Unos 100 millones de trabajadores iniciaron el miércoles 20 de febrero en la India una huelga de dos días para protestar contra el encarecimiento de la vida, la falta de oportunidades de empleo y la corrupción.
Apoyado por todos los sindicatos, excepto los alineados con el gobernante Partido del Congreso, el paro evidencia el descontento de la clase obrera india, que se siente excluida de la prosperidad económica del país en la última década.
La inflación, la desinversión en el sector público, la violación de las leyes laborales, los bajos salarios y la ausencia de seguridad social, llevaron a los trabajadores a la huelga, señaló en un comunicado el Congreso de Sindicatos de Toda la India (AITUC), que tiene más de tres millones y medio de miembros.
Un alto nivel de acatamiento a la huelga anticipó el más de un millón de empleados bancarios del país, en desacuerdo con los planes del Gobierno de abrir a los inversionistas extranjeros ese muy estatizado y hasta ahora protegido sector.
Un gran respaldo también de los trabajadores del transporte y los servicios públicos, puertos, seguros, minería y metalurgia, telecomunicaciones e incluso de empleados de oficinas y departamentos de los gobierno central y estaduales.
Los huelguistas exigen la instauración de un salario mínimo nacional, contratos de duración indefinida para 50 millones de trabajadores temporales, la observancia estricta de las leyes laborales y una cobertura universal de seguridad social para los trabajadores del sector informal.
También, la aplicación de medidas concretas para contener la constante subida de los precios, sobre todo de los alimentos y los combustibles, el cese de la privatización de las empresas estatales y la contención de la corrupción.
Si el gobierno no atiende estas demandas después del paro, vamos a intensificar nuestras protestas mediante medidas como las huelgas de hambre masivas y otros actos de agitación, advirtió el secretario general de AITUC, Gurudas Dasgupta.
Durante el primer día de huelga al menos 69 personas fueron detenidas por las fuerzas represivas el la localidad de Noida donde varios vehículos y fábricas fueron incendiadas.
Además, durante la misma jornada, un líder sindical falleció al ser arrollado por un autobús cuando formaba parte de un piquete en la localidad de Ambala, en el estado septentrional de Haryana.
En resumen ésta es una muestra bastante cruda de cómo se vienen tensando las cuerdas en la lucha de clases a nivel mundial, el freno que los pueblos del mundo le ponen a la voracidad del capitalismo. Luchas por mejores condiciones que aparecen como económicas pero que en el fondo, al igual que las movilizaciones cotidianas que hay en nuestro pueblo, son expresión del anhelo por una vida realmente digna, de la búsqueda de un mundo donde el hombre se ponga como centro de la escena y no así los grandes negocios de la oligarquía financiera a nivel global. El capitalismo tiembla a nivel mundial, no pueden ni quieren dar respuesta a ninguna necesidad de los pueblos y éstos salen por todos lados a ganar lo suyo con lucha y movilización.