Hoy, nuestro país se ha convertido en un escenario diario de luchas que se multiplican y generalizan cotidianamente por los más diversos problemas que el Estado y los gobiernos de turno no solucionan ni solucionarán a través del funcionamiento institucional. El pueblo ha aprendido eso con su experiencia y sabe que de las luchas y la movilización surgen las conquistas.
Pero muchas veces surge la pregunta: ¿hacia dónde vamos?
Este presente que vivimos y que se manifiesta como caótico en donde cada lucha particular tiene un objetivo diferente: lucha por aumentos de salarios, lucha por acceso a la salud, lucha por una mejor educación, lucha por la vivienda, por justicia, por instalación de redes de servicio (agua, electricidad, gas, asfalto, etc.), no obstante, encuentra en todas ellas un denominador común: LUCHA POR UNA MEJOR VIDA.
Y hacia ella nos lanzamos con decisión. Todos queremos una mejor vida que este sistema capitalista no nos puede brindar y que, por el contrario, en la medida en que se extienda en el tiempo, retardará ese objetivo común que queremos conquistar.
Es por eso que la lucha por el socialismo es una necesidad y una aspiración común aunque no se exprese en forma conciente en cada uno de los habitantes de nuestro pueblo.
Conquistar el poder para que los trabajadores y pueblo en general, es decir, quienes producimos toda la riqueza en nuestro país, decidamos, planifiquemos lo que haremos y lo que debemos hacer para satisfacer las necesidades y aspiraciones de las mayorías, es posible derrotando el capitalismo y construyendo el socialismo.
Es por eso que profundizar este presente caótico y encontrar los puntos de unión en cada combate contra quienes se oponen a que las mayorías populares conquistemos esa mejor vida que pretendemos, es el camino que tenemos que profundizar.
Los dueños del Estado y de los gobiernos de turno con todas sus instituciones son el enemigo que tenemos enfrente. Son quienes ponen palos en la rueda y quienes intentan privar al pueblo de lograr sus aspiraciones.
Es una pequeña proporción de la sociedad, el sector más poderoso de la burguesía, la oligarquía financiera, los dueños de todos los recursos de los que se han apropiado y manejan a discreción (la tierra, los mares, los ríos, las instalaciones, las fábricas y empresas, las máquinas, los negocios, las instituciones del Estado y son quienes se apropian del fruto de nuestro trabajo), porque lo único que nos han dejado es nuestra capacidad de trabajo (de ellos depende que tengamos trabajo o no), la cual necesitan para aumentar sus riquezas.
Por eso, profundizar lo que venimos haciendo, hostigarlos, arrinconarlos, arrancarles conquistas que nos permitan vivir un poco mejor, hoy mismo, mientras transitamos el camino de arrebatarles el poder que por derecho nos pertenece, es lo que nos permitirá ir acumulando grandes fuerzas, generalizar los ejemplos de que el camino es el correcto, organizarnos y hermanarnos en el proyecto común de conquistar en forma duradera la vida a la que aspiramos. Unir todas esas luchas en un solo haz y expresarlas en un gran movimiento nacional unitario por la conquista de una vida digna es la tarea que los trabajadores, el pueblo en general, tenemos por delante contra las instituciones del Estado y la clase burguesa que lo sostiene.
Hacerles ingobernable el país, profundizarles el caos que viven, es lo que nos permitirá a nosotros, pueblo, gobernar nuestro timón y ordenar nuestras vidas hacia la conquista de lo que aspiramos las grandes mayorías sin excepción: Una vida digna duradera basada en el disfrute de todo lo que producimos y generamos con nuestro trabajo. Un futuro cierto para nosotros y nuestros hijos. Un ámbito seguro y productivo en donde nuestros viejos encuentren la posibilidad de transmitir toda su sabiduría y experiencia a los que venimos atrás.
Por eso, en cada lucha diaria, en cada enfrentamiento a la clase dominante, debemos tener en cuenta que somos la parte de un todo que alberga a millones de argentinos que queremos lo mismo y lo vamos a conquistar.