“Habemus papa y es argentino” es el titulo que recorre sine qua non por estas horas de la tarde absolutamente todos los medios periodísticos, tanto en el orden nacional e internacional.
Más allá de las distintas consideraciones que con el paso de los días podrán hacerse sobre este acontecimiento, la primera sensación que percibimos es que de ahora en más y por largo tiempo, los medios de la burguesía nos taladrarán la cabeza con este tema.
No sólo sobre la votación y los detalles de la fumata, sino también sobre los orígenes del nuevo Papa, su ciudad natal, sus estudios y tesis, sus familiares, amigos y confidentes, su historia dentro de la Iglesia, si se lleva bien o mal con el gobierno, si se opone al matrimonio igualitario y al aborto, si fue cómplice de la última dictadura y hasta de qué cuadro es hincha.
En este sentido, lo que queremos expresar, es que los graves problemas que padecemos cada día en nuestro país, son los mismos y continuarán profundizándose. El hambre, la explotación, el abandono de la dignidad humana, el saqueo, las miles de muertes evitables, el desamparo, la destrucción y un sinfín de calamidades que padecemos los terrenales hombres y mujeres del pueblo, están y estarán presentes en nuestras vidas como una guillotina que pende sobre nuestras cabezas, con un Papa local o de donde sea.
De la profunda crisis política que atraviesa de punta a punta al sistema capitalista, la iglesia católica no está al margen, ni mucho menos es ajena. En este marco es que se da, por un lado, la “abdicación” del Papa saliente (hecho que no ocurría en la cúpula eclesiástica desde hace centenares de años), y por el otro, la asunción de Jorge Bergoglio, de origen latinoamericano y jesuita. Pedir “paz para la Iglesia” en su primera aparición publica en la plaza del Vaticano, exprese quizás parte de la crisis que planteamos. Cuando uno habla de “paz” es porque hay guerra.
Tratar de “humanizar” y “lavar la cara” de la principal estructura religiosa a nivel mundial podrá ser uno de los objetivos; de ahí a que lo logren habrá un largo trecho por recorrer.
Por otro lado, y por si algún desprevenido albergara cierta “esperanza”, la llegada de un Papa argentino al Vaticano, lejos estará de frenar el avance decidido por su dignidad que cada vez más amplios sectores de trabajadores y el pueblo argentino están llevando adelante.
La situación o el estado de cosas a nivel mundial y en particular en nuestro país, está dado por el avance de la lucha de los pueblos, no por otra cosa. Y así continuará siendo de aquí en adelante. Con cualquier Papa.