La inseguridad de la población es la esencia del capitalismo

Luego de la impresionante pueblada que protagonizó el pueblo de Junín, producto de la enorme bronca contra los impunes hechos de inseguridad, en esa localidad de la provincia de Buenos Aires, nuevamente ha ocurrido otra muerte tras un robo, en este caso, de una mujer de 72 años, y esto vuelve a golpear a los pobladores de esa ciudad.

Y mientras las muertes siguen sucediéndose, el gobierno envía 200 gendarmes para controlar que no haya una nueva pueblada. Y mientras ninguno de los asesinatos se esclarecen, ya que están amparados por las autoridades políticas y policiales, los secuaces del gobierno y de la «oposición», tratan de sacarse ventajas políticas para ver quién sale mejor parado de tal aberrante hecho.

Una muerte más en nuestro país que se suma a las tantas muertes diarias por las innumerables injusticias provenientes del Estado de los monopolios, que tiene como único objetivo crear situaciones políticas favorables para los grandes negocios de los empresarios monopolistas, a costa de la vida y la desgracia de toda la población.

Decimos una muerte más porque -por más que la burguesía presente, a través de sus medios de comunicación, a estos hechos como los únicos hechos de inseguridad- la realidad es que en el capitalismo la inseguridad, no sólo cuenta por hechos de robos o asesinatos.

Miles de obreros mueren cotidianamente por accidentes laborales. También miles de compatriotas mueren, a lo largo y ancho de nuestro territorio, por sufrir la peor de las condenas en este sistema, que es la pobreza y la marginalidad, donde la falta de alimentación básica y de acceso al cuidado de la salud, termina llevándose a interminables cantidades de vidas, principalmente a los más débiles de nuestro pueblo que son los niños.

Inseguridad por accidentes laborales; inseguridad de poder tener un trabajo digno; inseguridad por estar desocupado; inseguridad de comer todos los días; inseguridad de no tener atención médica ante una enfermedad o problema de salud; inseguridad por no poder estudiar;  inseguridad por nuestros hijos; inseguridad por nuestro padres y abuelos; inseguridad por ser joven y ver al futuro completamente incierto. Éstas son algunas de las tantas inseguridades que perpetra el capitalismo en nuestro país, y que se suman a la tan mencionada inseguridad por robos y crímenes que nos obliga a vivir encerrados entre rejas y permanentemente paranoicos.

Ellos nos quieren presentar a la inseguridad como parte de la naturaleza del ser humano, como si fuera una cuestión irreversible que nunca va a cambiar. Pero la única realidad es que la inseguridad es producto de los propios pilares fundamentales del capitalismo y que la burguesía aprovecha para su propia dominación sobre el resto de la sociedad, tanto en el terreno político e ideológico y, además, genera un gran mercado para grandes negocios de la oligarquía financiera en nuestro país.

Decíamos anteriormente que el Estado de los monopolios es el encargado de crear situaciones favorables para los negocios de los empresarios capitalistas. Para lo cual los hechos de inseguridad nombrados anteriormente son propicios para la apertura de grandes negocios en nuestro país, como ser la venta de drogas; los desarmaderos de automotores; los sistemas de alarma y seguridad; la salud y educación privadas; las aseguradoras de riesgo de trabajo (ART) y otros tantos y tantos negocios que se desprenden a través de esta realidad.

La pueblada de Junín fue una demostración más de nuestro pueblo de cuál es el camino que hay que tomar para enfrentar a la injusticia capitalista, que es la unidad y organización autoconvocada contra todas las instituciones del Estado que tienen como única función defender los intereses de la oligarquía financiera. Así como los sectores populares, la clase obrera argentina también está dando sobradas muestras de que, a través de la unidad y la movilización, la organización y la lucha para lograr sus aspiraciones, se combate y se derrota a los intentos de la burguesía de someternos a través del miedo y la sumisión.

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