Al tiempo que el gobernador Gildo Insfrán se sumaba al coro de gobernadores que piden “consulta popular para la reelección de Cristina” intentando ensayar una cortina de humo que tape la creciente conflictividad de los trabajadores y el pueblo, y mientras se vertían ríos de tinta en diarios, repletos de lugares comunes, y se insumían horas de TV saturando con la noticia del papa, ardía Formosa, por motivos reales de su población.
La última semana ha sido de agudización de la crisis política de la burguesía y sus políticos a manos de la movilización de las masas formoseñas, entre otras manifestaciones sociales.
Las comunidades aborígenes, que hace más de 50 días mantienen cortada la ruta nacional 81 y la toma de los pozos petroleros de Pluspetrol y Gran Tierra Energy en el departamento Ramón Lista, – ver nota del 04-03-2013 en esta misma página: Formosa: Comunidades Wichís toman por asalto …. – en la pasada semana, y pese la saturación coercitiva de 250 gendarmes, como lo prometieron, dichas comunidades redoblaron la jugada y cerraron las válvulas de los pozos obligando a parar los compresores de bombeo de todo el complejo petrolero, parando así toda la producción de la región.
Y actualmente se sostienen en que no abandonarán la lucha hasta que sean satisfechos sus reclamos.
A esto se le sumó el hartazgo del reclamo no escuchado y la desesperación de los cientos de pobladores de Ibarreta por la falta de agua potable, el mismo problema que sufren varias localidades del centro y el oeste de la provincia.
Tomando la iniciativa, cortaron la estratégica Ruta Nacional 81 -que cruza transversalmente la provincia- en demanda de soluciones inmediata.
Después de una larga semana de intimaciones judiciales, de amenazas de represión y militarización de la zona con 200 gendarmes y de aprietes políticos, de la mañana a la noche y como por arte de magia, llegó la solución, llegaron los equipos perforadores que darán solución al problema de miles.
Todo un triunfo del pueblo en las calles, más si se tiene en cuenta que para muchos pobladores, esto significó la rotura del “cono de silencio” impuesto por las perversas políticas clientelares de régimen.
La movilización hizo que los funcionarios callaran sus discursos que provocaban más irritación en la población, ya no hablar de obras faraónicas, corredores bioceánico, ni de los logros en la “plena inclusión” de las comunidades aborígenes y, menos, de agua potable.
El pueblo no dejó margen para las políticas de silencio y represión que históricamente ha implementado Insfrán quien siempre había respondido con “mano dura” a todo reclamo, ahora dijo: “es hora de diálogo, la cosa no está para un indio muerto, menos ahora con la Asunción del papa”
La situación en Formosa no es un hecho aislado, es parte de un todo, de lucha de las clases en todo el país que, paso a paso, sobre una escalera ascendente avanza en la confrontación política contra la burguesía y su Estado y éste es el camino de la revolución.