¡Que vivan los estudiantes que rugen como los vientos! (Violeta Parra)
El miércoles 8 de mayo los estudiantes universitarios de Chile salieron una vez más a protestar a las calles de Santiago. Fueron decenas de miles de jóvenes reclamando por el fin del lucro en las instituciones y la gratuidad de su formación.
Pero todo comenzó mucho antes. El movimiento se sostiene desde 2011, con una firmeza y solidez cada vez más evidentes. Cuentan con una amplia mayoría de la sociedad a su favor, suman aproximadamente el 80% de apoyo ciudadano a sus demandas según las encuestas de las últimas semanas. En esta lucha también están involucradas las organizaciones de profesores, de apoderados (padres y tutores), y de estudiantes secundarios, así como los trabajadores en general.
Han ido instalando el tema como una preocupación fundamental en la política nacional, y parten del plano educativo para poner en cuestión todo el entramado institucional y al sistema capitalista en su conjunto.
Con las banderas en alto
Los reclamos centrales pasan por el cese del arancelamiento de la educación superior, y la democratización del gobierno de las universidades. La gratuidad de los estudios es una aspiración sentida, porque la exigencia financiera de las matrículas obliga a endeudarse por décadas a los que decidan formarse, o expulsa a los que no cuentan con ingresos suficientes para afrontar estos pagos. El acceso a la toma de decisiones en el gobierno académico pasa por romper con los principios neoliberales, elitistas y conservadores que priman en la orientación de los contenidos educativos y administración de los recursos en las casas de estudio.
En esto se enfrentan a las orientaciones del gobierno de Piñera, totalmente opuestas a los intereses de las mayorías. Lo resume un dirigente estudiantil: “El gobierno tiene como primera prioridad seguir cuidándoles el negocio a sus empresarios más que preocuparse de la precaria condición que tienen cientos de miles de estudiantes”. No le viene siendo fácil la disputa al presidente, ya que desde 2011 tuvo que cambiar en cuatro ocasiones de ministro de Educación por la conflictividad social.
Son aves que no se asustan
La juventud chilena sabe bien cual es el camino. “Hemos aprendido que nuestra mejor herramienta para hacer política está en las calles, porque cuando nos movilizamos es cuando más logramos correr los límites de lo posible”, plantea un estudiante. Fueron centenares de miles en los últimos años.
Han ganado experiencia y organización, y acudieron a las mas variadas y creativas formas de protesta. Desde la toma de edificios hasta sentadas en ámbitos públicos, desde campañas en las redes sociales hasta intervenciones artísticas. Comprendieron que la disputa se resuelve no solo en los medios de difusión o en los foros legislativos, sino principalmente en las calles. En lo que va de 2013 ya se movilizaron con contundencia en tres ocasiones.
La principal respuesta que han recibido fue la represión. Los ataques de los carabineros y las fuerzas represivas se sumaron a las denuncias judiciales y a las amenazas de sanciones en las universidades. Sin embargo, no han hecho mella en la decisión de continuar la lucha.
Porque son la levadura
El espíritu de combatividad de los estudiantes se sostiene sobre un principio claro de participación y democracia. Cada vez que las direcciones de las organizaciones erraron el rumbo y trataron de conciliar a espaldas de las bases, o intentaron poner el movimiento a la cola de un candidato, recibieron claramente la presión desde abajo que los hizo volver a sus cabales. Todos ponen el cuerpo y suman sus fuerzas para avanzar en la búsqueda de soluciones a la crisis.
Otro pilar que sostiene el reclamo es la unidad. Entre los universitarios de todo el país, con los secundarios, con los profesores, con la comunidad toda. Además, las universidades son una caja de resonancia de toda la lucha social que ocurre en Chile. Por ello los estudiantes confluyen con otros sectores movilizados, como los trabajadores de los puertos, del cobre, forestales. Así es que participaron activamente en las movilizaciones del 1ro de Mayo. Del mismo modo han hecho suyos los reclamos de las comunidades mapuches y comienzan a construir una sociedad que abandone el racismo y los abusos de los pueblos originarios.
Hoy, el estudiantado trasandino es un actor político de peso que se hace sentir y marca la agenda de la administración presidencial e inclusive impone sus demandas a los candidatos para las próximas elecciones. Ante eso, luego de las movilizaciones del Día del Trabajador y por la educación esta semana, ya está programada una nueva marcha el 21 de mayo en Valparaíso, mientras el Presidente dé su último discurso ante el Congreso.