El viernes pasado un chofer de colectivos de la Empresa Mixta de Transporte Rosario S.A. fue echado de su trabajo.
A primera hora de la mañana del día de ayer, haciéndose eco del malestar de los trabajadores, el cuerpo de delegados decidió un paro que dejó inmovilizadas 122 unidades de nueve líneas de colectivos.
El ambiente, en toda la ciudad, se cortaba con cuchillo ya que se había tornado sumamente espeso.
Poco les importaba al Estado municipal y a los empresarios que más de media ciudad no tuviera medios de transporte, pero contradictoriamente, aumentaba el miedo pánico de que el malhumor se transformara en protesta y acción que desbordara la situación.
Es por eso que, en horas de la tarde, tras una reunión en la delegación local del Ministerio de Trabajo, de la que participaron representantes de la empresa, el cuerpo de delegados y la UTA, se acordó la reincorporación del empleado que había sido cesanteado el viernes pasado, y entonces se reanudó el servicio de transporte.
Como su nombre lo indica, la “mixta” es una empresa formada por capitalistas particulares y por el Estado municipal.
Los choferes se enfrentaron unánimemente y en forma contundente contra esa sociedad empresarial estatal y pasaron por encima a la propia UTA que no movió un dedo hasta que la medida fue ejecutada.
Esto confirma una vez más que las medidas contundentes de los trabajadores son capaces de darle vuelta el brazo al tridente formado por el Estado, los capitalistas y el gremio. Son muchas las luchas más recientes que terminan en conquista para los trabajadores.
Cada vez son más los conflictos que muestran cómo, saltando las vallas de los sindicatos que disimulan mirar al costado, pero que en realidad juegan para los empresarios monopolistas y el Estado, se logran las conquistas y se avanza en el ejercicio del poder autoconvocado y la unidad.
El Estado municipal, los empresarios y la UTA pretendieron ejecutar una muestra de “poder y decisión” echando al trabajador a quien señalaban como faltador e inoperante, pero los choferes mostraron que su poder es superior en medio de esta situación de auge en las luchas y la movilización, haciéndolos retroceder y obligándolos a guardarse, en lo más recóndito de su humanidad, los calificativos que usaron para referirse al trabajador.
Un nuevo y más claro surco quedó marcado en forma indeleble mostrando el único camino que el pueblo tiene para conquistar y avanzar, al tiempo que corroe y mina el poder de la burguesía asentado en la sociedad formada entre el Estado, los capitalistas monopolistas y los sindicatos a su servicio.