Nuevamente lo previsible, otro choque de un tren de la línea Sarmiento en la estación de Once, producido nada más y nada menos, por fallas en el sistema de frenos.
Lamentablemente estos hechos ya no sorprenden a nadie, como si fuera algo común o normal que un tren que traslada miles de pasajeros en condiciones inhumanas, que en su gran mayoría son trabajadores que van y vuelven de su trabajo, tenga altas probabilidades de sufrir un accidente en el trayecto de su recorrido.
Porque en realidad la situación de los transportes públicos no se diferencia en nada a la situación de los hospitales públicos, donde no hay insumos para una atención correspondiente, donde las infraestructuras edilicias se caen a pedazos, donde un médico tiene que atender a un sin número de pacientes en tiempo records por la falta de personal, etc. O al igual que la educación pública, donde también se corre la misma suerte que el transporte o la salud.
Es que en el estado capitalista en su fase de desarrollo actual, la oligarquía financiera, no sólo controla las políticas de Estado, sino también es quien las dirige en función de sus intereses. Por lo tanto se deciden millonarias políticas de subsidio que favorecen a sus grandes negocios, relegando a los intereses de la población, al punto de no tener ningún grado de importancia, la salud, la educación y el transporte de millones y millones de argentinos.
Por lo tanto en ese sentido, tiene más importancia las inversiones millonarias del Estado para favorecer a los negocios petroleros y mineros, que invertir en la salud pública. O tiene más relevancia priorizar los suculentos subsidios a las automotrices, alimenticias, siderurgias, etc. que mejorar la calidad educativa de nuestros hijos.
Es por eso que el ministro Randazzo, prefirió invertir en camaritas, para colocarlas frente a los maquinistas con el objetivo de culparlos de todos los males del transporte público, y así de esa manera evitar tener que poner en condiciones los trenes de Buenos Aires, lo que le implicaría una enorme cantidad de «gastos» que no se encuentran en los planes de sus patrones, la oligarquía financiera.
En medio de la enorme crisis política de la burguesía en nuestro país, las mentiras tienen cada vez patas más cortas. El cuento del gobierno, para proteger a los empresarios y por supuesto, para desligarse de todas las responsabilidades, de las muertes y los accidentes pasados, criminalizando a los trabajadores, les duró muy poco. Este nuevo acontecimiento desafortunado y repudiable, con diversos heridos (y graves, por más que pretendan ocultarlo), que volvió a poner en riesgo la vida de cientos de argentinos, tiene responsables: la oligarquía financiera y el gobierno de los monopolios.