La dominación de los monopolios o la dignidad de los pueblos

No es secreto para nadie ya que todas las instituciones del Estado están cuestionadas y nuestro pueblo está encontrando los caminos para desafiarlas; lo hace de diferentes maneras, todas válidas, en donde se destacan aquellas que logran quebrar el aislamiento colocando en la escena política los genuinos intereses de la clase obrera y el pueblo. Golpean como un solo puño al Gobierno, a las oposiciones parlamentarias, a la Justicia, a las instituciones represivas, a senadores y diputados… Todo está podrido, a lo que se le suman los sindicatos y las organizaciones empresariales de todo tipo y escala, que en conjunto, conforman el desvencijado felpudo en el que se apoyan los grandes negociados de los monopolios.

Enormes contingentes del pueblo se rebelan abiertamente contra este orden de cosas… Es muy cierto que desde hace mucho no creemos en nada de los que nos dice el poder, pero ahora, luego de muchos años estamos encontrando el camino de la lucha unitaria, autoconvocada, con el ejercicio de la democracia directa (la única verdadera) para decidir sobre nuestros intereses y nuestro futuro. A la vez, estamos trabajando seriamente y en profundidad para que esa metodología, verdaderamente democrática y revolucionaria, se convierta en la base de la confrontación política, de cambio, contra todo lo injusto de este sistema capitalista. Una lucha por el poder.

Estamos encontrando los caminos de la unidad… en las fábricas con nuestros compañeros de todos los días, en los parques industriales encontrando por abajo a quienes sufren las mismas consecuencias de la explotación; en los barrios, a través de nuestras familias, amigos, vecinos de toda la vida; en las escuelas y colegios con toda la comunidad educativa… En cada lugar, comienzan a aparecer con un impulso que se destaca, puntos claros que unifican el reclamo y profundizan la confrontación. En el escenario actual de profunda debilidad política de la burguesía, ese camino que se ensancha cada día, basado en la movilización por las conquistas, es todo ganancia para el proyecto revolucionario en marcha.

No importa que puedan aparecer como pequeñas batallas, lo importante es el germen que llevan dentro, porque en ese rebelarse, el poder siente que ya no estamos dispuestos a  que nos pisoteen, nosotros nos hacemos fuertes y comenzamos a sentir que podemos apoyarnos en muchos otros que, igual que nosotros, están empujando para que una alternativa política revolucionaria haga pie a escala nacional y clave una firme estaca en el camino de la lucha por el poder.

Parados desde la necesidad impostergable de desalojar del poder a los monopolios que usufructúan todo el esfuerzo y el trabajo social, parados desde los objetivos estratégicos de la Revolución socialista, que pondrá toda esa riqueza el servicio del Hombre y la comunidad.

La causa fundamental de la crisis política e institucional que hace crujir el andamiaje burgués, es la confrontación a la dominación de los monopolios, una lucha extendida que viene en aumento desde hace años y que adquirió una madurez y una contundencia notables en la etapa que estamos transcurriendo.

La burguesía continuará “debatiéndose” por estos días sobre cuál es el camino que se debe adoptar, (si más o menos restricciones, si el dólar a 10 ó a 8, si halcones o palomas…) pero hay que ser claros: esto es capitalismo y la única receta que conocen es más ajuste, más apriete y mayores postergaciones para los trabajadores y el pueblo.

El enfrentamiento de clases es claro: entre la dominación de los monopolios y la dignidad de los pueblos, se ponen frente a frente no sólo intereses y aspiraciones, también confrontan métodos y formas.

Por eso, el salto en calidad producido en estos meses, al contrario de lo que nos quieren hacer creer, no es el fortalecimiento del orden institucional del sistema. La que se fortaleció es la institucionalidad del pueblo en lucha. Esa soberanía popular está sostenida por el protagonismo colectivo y por el involucramiento y la participación activa en las decisiones de mayorías que ansían un futuro digno.

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