La tremenda escalada de precios implementada por la burguesía monopólica en los últimos dos meses, sumada a la sistemática inflación que padecemos mes a mes en este último año, que fue incluso mayor que en los años anteriores, ha golpeado el salario a un punto que resulta intolerable. Así lo perciben y padecen las amplias mayorías de la clase obrera y el pueblo, que ya repudia masivamente las políticas del actual gobierno y cuanto político o sindicalista (oficialista u opositor) salga a hablar; que, por otro lado, se expresan temerosos y dubitativos ante el rumbo que puedan tomar los acontecimientos a raíz de los reclamos salariales en puerta de parte de la clase obrera y demás asalariados.
La burguesía expresa, a todas luces, un alto grado de improvisación, y sin ninguna capacidad de maniobra política seria, ensayando intenciones, como la del gobernador Scioli de pretender involucrar a las Fuerzas Armadas en la lucha contra el narco tráfico, léase: preparar las condiciones para que los milicos actúen en contra del pueblo. Esta fantochada y otras cosas por el estilo, como el de discutir paritarias de docentes en enero como planteara Massa y que resultara un rotundo fracaso; y no menos ridícula la intencionalidad de discutir paritarias cada tres meses, o pergeñar un piso salarial en algún sector con el fin de ponerle techo a las aspiraciones de las masas. A esto deberíamos agregar la paralización política que expresa el gobierno y la demostración de los empresarios sindicales de ver de qué manera le hacen los deberes a los monopolios. Porque el objetivo es único e inequívoco: el de obtener más ganancias a costa de la súper explotación donde uno de los mecanismos es producir con salarios cada vez más bajos.
El problema central, ahora, no sólo radica en ello, sino que políticamente no tienen la fuerza ni el recambio ni el control político, y menos aún, soluciones para ofrecer. Por lo tanto, recurren a la mentira de siempre: las cuentas no dan, la desestabilización, la “paz” del hambre, etc.
Por otro lado, los medios masivos de incomunicación y desinformación, tanto los que cacarean contra el gobierno como los que los sostienen, también son parte de las políticas de los monopolios y hacen su tarea presentando figuras como presidenciables a verdaderos impresentables como Macri, Massa o Cobos y no les da para mucho mas; o caen rayos del cielo, la “nueva forma de morir” en Argentina (cuando las estadísticas señalan que más de medio centenar de personas mueren por año por este fenómeno sobre todo sectores pobres del campo en las zonas del norte).
Este es el marco político en que se encuentra la burguesía monopólica en Argentina, cercados por el desprecio de nuestro pueblo y que día a día sube un peldaño en rechazo a esta situación, y la tormenta que se avecina le dará, sin dudas, una vuelta de tuerca que tensará aún más la lucha de clases en nuestro país.
Por ello, hoy más que nunca toma plena vigencia la constitución de organizaciones de base en las fábricas organizadas sector por sector, empresa por empresa, buscando la unidad y coordinación con las industrias de la zona y región, abriendo los conflictos a todos los sectores y al resto del pueblo, incorporando las familias a la lucha, que debe ser tenaz y sin tregua, amplia y masiva, e independiente de todas las reglas, normas y leyes de este sistema decadente y putrefacto; donde sean desplazados de una vez por todas, los sindicatos traidores y timoratos (que cuando se ven acorralados por la presión plantean una marchita o un parito de 24 o 48 hs). Están dadas todas las condiciones para afrontar las luchas con una calidad superior hasta ahora, donde las huelgas son huelgas, es decir, se paran las actividades hasta que se consigue los que se reclama, acompañadas de la movilización permanente, tomando los establecimientos, desestabilizándoles sus mecanismos de dominación. Así se ganaron y se ganan las grandes luchas. Esa es la historia de nuestra clase obrera.
Hay un terreno fértil para que desde la autoconvocatoria comience a expresarse ese nuevo movimiento obrero que viene amasando la lucha, en la mayoría de los casos desde la clandestinidad en las empresas, con triunfos y derrotas, con despidos políticos, pero también con luchas ganadas que sumadas a las miles de manifestaciones que todos los sectores del pueblo vienen dando cada día por los más variados reclamos, para que les volvamos a poner un nuevo freno con una nueva calidad a tanta injusticia, al tiempo que así se abrirá aún más la brecha que le dé una salida política revolucionaria al capitalismo donde nuestra clase obrera y el pueblo puedan contundentemente cuestionarles el poder y encaminar la lucha por la libertad.