El avance de la lucha de clases va determinando la conformación más precisa de los dos campos enfrentados y de las clases y sectores que comparten intereses comunes al interior de los mismos. Asimismo se van perfilando con más claridad los objetivos políticos que ayudan a la conformación de los bloques enfrentados y de sus expresiones políticas y sociales.
Cientos de luchas diarias van mostrando la unidad de intereses de la clase obrera y los vastos sectores populares contra un solo enemigo. Ese enemigo no es otro que la oligarquía financiera dueña de los monopolios (grandes empresas transnacionales, bancos, los funcionarios del Estado y el gobierno de turno a su servicio y de todas las instituciones que constituyen el sostén del sistema político económico y social que reproduce y profundiza la grave situación que sufre al pueblo argentino).
El oportunismo y el reformismo quieren hacer creer que la lucha antimperialista hay que hacerla contra el dominio de «otro país» que pretende adueñarse del nuestro. Por eso, intentan confundirnos con sus consignas políticas, a la par que sostienen al sistema capitalista dirigido por los monopolios imperialistas desde el Estado a su servicio, aprobando leyes contra el pueblo y persiguiendo sus luchas, discursean contra los “especuladores”, y afirman que a pesar de que vivimos en una sociedad capitalista, por el camino de “la lucha contra ese enemigo externo, vamos avanzando en una unidad nacional y hacemos retroceder a dicho enemigo externo”.
Pero si el imperialismo no es otra cosa que capitalismo altamente concentrado, por la vía capitalista que defienden no nos dirigimos a otra destino más que a la profundización del capitalismo con todas las consecuencias que eso significa: aumento de la pobreza para el pueblo, superexplotación, ensanchamiento de la brecha entre ricos y pobres, más inseguridad, desprotección, y otros terribles padecimientos para la clase obrera y el pueblo, al tiempo que se genera mayor riqueza para los monopolios imperialistas.
El imperialismo está adentro del país y es la oligarquía financiera. Estos son los dueños hoy. Dueños del Estado, de las riquezas y de todo lo que producimos. Dueños de la voluntad y el favor de todos los políticos y funcionarios del sistema (oficialistas y “opositores”) y de los medios propagandísticos a su servicio. Dueños de los monopolios y los bancos que manejan la producción y las decisiones políticas que aplican los gobiernos nacional y provinciales. El imperialismo no viene desde afuera. Luchar contra el imperialismo sustentado por lo más centralizado de la burguesía, es luchar contra el capitalismo en nuestro país y su Estado al servicio de los monopolios. No hay ninguna posibilidad para que el pueblo argentino pueda salir de esta situación si no lucha por arrebatarle al poder a la oligarquía financiera dueña del Estado.
La lucha por el poder, constituye el eje que unificará las luchas de todo el país. Toda lucha por aumentos de salarios, por mayor seguridad, por exigir que el Estado responda a las necesidades de la población, por una vida digna, son luchas políticas contra la política que los imperialistas quieren imponer al pueblo para seguir sosteniendo sus privilegios y, en lo posible, aumentarlos. Y este es el camino que hay que profundizar con vistas a derrocarlos.
Y esta lucha política, que materializa la dignidad de los trabajadores y el pueblo, no tiene otro escenario más que las calles, las fábricas, las empresas, los centros educativos y los barrios de nuestro país, con la búsqueda de la unidad de todos los sectores que sufrimos la indignidad de este capitalismo.
Todo aquello que nos quiera conducir a la “defensa de las instituciones”, a la “unidad nacional antimperialista” sin contemplar la unidad popular contra el capitalismo, lo que nos plantee que es posible poder distribuir más equitativamente aunque sigamos en el capitalismo, son burdas mentiras e intentos desesperados de la oligarquía financiera de infectar con reformismo y oportunismo a los movimientos populares que luchan por sus intereses.
Es por lo dicho, que la propuesta del Llamamiento 17 de agosto, es la expresión política unitaria y más amplia capaz de incluir a todos los sectores populares enfrentados a los monopolios en el poder.
Con su parto en el Chaco, como fuerza material y tangible, y con el desarrollo nacional que debemos darle a esta naciente fuerza política unitaria en donde son más los sectores que aún deben incluirse en la misma que los que actualmente la integramos, se ha reinstalado en nuestro país, luego de un paréntesis de más de 30 años, el efectivo camino de la disputa del poder.