El problema que enfrentan los docentes (y no sólo los de la Provincia de Buenos Aires, hay más de doce provincias que están en conflicto, y las que arreglaron no quiere decir que los docentes estén conformes o que el conflicto se haya resuelto) no es sólo un problema salarial. Por eso tampoco es sólo un problema de docentes sino de todo el pueblo argentino, tal como ocurre con cualquier problema salarial de diferentes ramas laborales. Es por eso que es vergonzosa la actitud defensiva de algunos “gerentes” sindicales reporteados en la T.V., diarios o radios de difusión masivas, en las que no dan una respuesta contundente apuntando al Estado como responsable único y absoluto de que los niños estén abandonados a su suerte. La actitud de estos cuasi funcionarios del Estado deja ver claramente la dualidad que intentan ocultar.
Un docente que padece salarios de hambre no está en condiciones de ejercer la docencia. Aunque vaya a la escuela y haga su trabajo, su mente está ocupada en el tema de la subsistencia de su persona y su familia. El niño percibe tal situación… Esto genera situaciones que se transfieren a los alumnos y que los afectan.
Un docente que tiene que comprar, con el dinero de su bolsillo, elementos para que los alumnos pueden trabajar en el aula, está condicionado y no tiene la dedicación que debería tener para dar clases. Un docente que debe trasladarse a dedo para llegar a su escuela, con la inseguridad que ello implica para su integridad (son muchos los casos de maestras violadas y asesinadas por viajar en esas condiciones), sufre una inestabilidad y sobrecarga emocional que le complica su disposición al trabajo y su vida.
Un docente que debe alimentar a los niños en el comedor de la escuela, tampoco está en condiciones de educar. Y no estamos planteando acá que el docente es quien cocina o prepara los alimentos (sin perjuicio de que hay docentes que lo hacen en determinadas circunstancias), sino de docentes conscientes que los niños son alimentados en los comedores escolares en forma deficitaria en cuanto a nutrientes y balance alimentario que debieran recibir, docentes que son conscientes que el medio en que viven esos chicos son totalmente precarios para su desarrollo como personas porque viven en medio de la pobreza, las privaciones de sus hermanos y padres, la miseria de sus vidas.
A todo esto, debemos agregarle que, además del problema social descrito, hay otro problema importante que está escondido detrás de los salarios y de la falta de infraestructura adecuada para impartir la educación, cual es el problema de la EDUCACIÓN misma, la cual responde a una formación no científica, formal (el Estado ordena que se debe aprobar a los niños aunque no alcancen los objetivos fijados por el mismo Estado), corroída por las concepciones burguesas de este sistema putrefacto y en descomposición permanente.
El problema de los docentes, o más bien, el problema que siempre sale a la luz a través del salario docente, es el problema de las políticas del Estado hacia el pueblo trabajador en las que se incluye el tema de la educación que sufre nuestro pueblo a través de nuestros niños.
Por eso la lucha de los docentes, es una lucha que involucra a toda la comunidad educativa. Es una lucha contra el Estado y los gobiernos que lo regentean alternativamente. El Estado no destina los recursos a la educación de nuestros niños, como tampoco destina al bienestar de la población los recursos y riquezas que producimos. Destina sí, millonarios recursos y riquezas a los monopolios para aumentar sus ganancias, sencillamente porque los monopolios son los dueños del Estado. Esté quien esté en el gobierno, se aplica la misma política estatal aunque se presente con distintos ropajes según el gobierno de turno.
La lucha por los salarios docentes, al igual que la lucha de todos los trabajadores por su salario, ha pasado por todos los gobiernos. La lucha de los docentes tiene que abrirse a toda la comunidad educativa para poder enfrentarla con éxito y hacer retroceder al enemigo del pueblo, la oligarquía financiera dueña de los monopolios. La asamblea de la comunidad educativa es el arma más efectiva para conquistar medios para la educación y preparar las condiciones para lograr otra calidad educativa que vendrá de la mano de la liberación de este pueblo del yugo de los monopolios en el poder.