En la Argentina actual como así también en el mundo señora presidenta, según sus dichos sobre los medios, la lucha de clases arrecia y ni usted, ni su gobierno, ni el Estado comprometido hasta el tuétano con los intereses monopolistas y los negocios a costa de la superexplotación y la miseria de millones, ni los medios de que disponen, pueden evitarlo. Basta sólo con ver, cómo la lucha del proletariado de Valeo también se expresó en Brasil y en España con paros y luchas, cómo la lucha de los obreros de Gestamp provocó un cimbronazo tremendo en los negocios multinacionales de este monopolio, y de las automotrices sin mencionar las luchas en China, India, Chile, etc.
La lucha del proletariado y el pueblo es tenaz y persistente. Ya no puede disociarse de la realidad puesto que la realidad ya no puede esconderse debajo de un manto de ocultamiento interesado que la burguesía en vano pretende imponer. De hecho, cada lucha, cada enfrentamiento, desgarra con virulencia la incapacidad de la burguesía de contener una apariencia de estabilidad política. Por consecuencia esa tenacidad con que los de abajo expresan sus demandas obliga a los de arriba a desnudar abiertamente sus intenciones. Desde sus planes de ajuste y rebajas salariales de hecho, desde sus planes productivos, desde sus discursos políticos y bochornosos insultos públicos, entre ellos, hasta la metodología fascista y militarizada en las fábricas y la represión en las movilizaciones hay una significativa declaración de guerra a la clase obrera en su conjunto y al pueblo.
Cada conflicto es un duro golpe para sus intereses y cada triunfo es desmoralizante y desgarrador para la oligarquía. Cada lucha es una brecha más que se abre en el seno del poder monopolista burgués y, vistos en conjunto, victoriosos o en disputa, la suma de luchas y enfrentamientos a sus planes y la voluntad de conquistar las reivindicaciones y demandas sostenidas por la clase obrera y el pueblo destilan la decisión de estos de ir por lo suyo. Superan ampliamente las posibilidades de imponer una marcha atrás a esta situación histórica en auge sostenido pese a la declaración de guerra que el poder pretende utilizar para apechugar la situación.
La propia experiencia de lucha que millones vienen realizando es indescifrable para la burguesía que ve que aun, a pesar de sus innumerables maniobras de engaño, de sus mentiras y falsedades, de la violación a sus propias reglas de juego impuestas a través de leyes espurias no puede contener el torrente.
Años de indignantes condiciones de trabajo y de vida en los que pesan el sistema explotador, inhumano y asfixiante del capitalismo, la constante intranquilidad por el futuro laboral y social propio de cada familia, en los que se acumulan cada vez más pobreza y miseria para sectores sociales de nuestro pueblo cada vez más numerosos y que reducen el futuro y la vida de millones a una existencia vacua y ruin, también son experiencia acumulada en la conciencia del pueblo, que la burguesía denuesta y subestima y que marcan a fuego el contenido de la lucha política, ni siquiera opositor, sino decididamente transformador que anida en el seno de nuestro pueblo.
Por ello el carácter revolucionario de la democracia directa y la autoconvocatoria, como formas superadoras no sólo de lucha, sino también de conducta, como expresiones en germen del futuro Estado revolucionario, socialista, que queremos constituir, provocan en el poder los resquebrajamientos en la superestructura que últimamente grafican el escenario de la lucha de clases en nuestro suelo. Pues al exacerbar la opresión y el sometimiento y contrariamente a lo que el poder pretende, la respuesta es más lucha.
“Pareciera ser que cuanto peor mejor”, dijo la presidenta refiriéndose a Gestamp, no podemos negar esta afirmación, cuanto mayor el grado de lucha contra el ajuste y la explotación, cuanto mayor la organización, autoconvocatoria y la democracia directa, peor para la burguesía. Cuanto más conquistas laborales y sociales peor para la burguesía, Cuanto más amplia y masiva la lucha, la unidad revolucionaria en las fábricas, parques industriales, barriadas, en todos los rincones de nuestro país, peor para la burguesía.
Cuanto más movilización, cuanto más decisión, cuanto más se afirme el poder local en las fábricas y los barrios en las escuelas y hospitales, universidades, etc., indudablemente se afirmará el proyecto revolucionario que debe estar íntimamente integrado a todos los planos de la lucha. Por la vía de la profundización y generalización de todo esto, la burguesía irá acumulando tanto desgarro que desembocará inevitablemente en el mejor momento para tomar el poder.