Todos son buitres, pero nuestro pueblo no es carroña

El discurso de la presidente Cristina Fernández de Kirchner el Día de la Bandera, en su parte actoral, bien harían los de la Academia de Hollywood si le dan algún papel estelar en alguna súper producción, eso sí, con un libreto algo más convincente. No menos “conmovedora” fue la marcha hasta la Embajada de Estados Unidos de parte de los militantes del gobierno, protestando por la decisión de la “justicia” de este país, por fallar a favor de los denominados fondos buitres.

En primer lugar, la cruzada del gobierno de querer vender un buzón más a nuestro pueblo (que esto es algo comparable a las Invasiones Inglesas), no sólo nadie se lo cree sino que le es ajeno a nuestro pueblo; pues no se puede esconder que toda la superestructura política burguesa fue y es cómplice de todos estos negociados, como la emisión y pagos de bonos con todas las cláusulas y garantías. De lo beneficioso que era adquirir estos bonos, para la oligarquía financiera, fue como que le firmaran cheques en blanco a llenar y pasar por ventanilla cuando a ellos les convenga.

Lo que no dice la presidenta es que los bonos también fueron una parte más o un mecanismo dentro de tantos de la exportación de capitales que durante años viene apropiándose la oligarquía por este medio de la riqueza que generamos los argentinos.

En segundo lugar, ¿por qué salta todo esto ahora? Es simple. Como lo afirmamos en notas anteriores, esto está enmarcado en una confrontación intermonopólica mundial. Una verdadera guerra de intereses y disputa en el proceso de concentración económica, donde una de las vidrieras centrales de ello hoy, y concerniente a nuestro país en el contexto mundial, es la disputa de los energéticos, y este gobierno, simple y llanamente responde (entre otras) a Chevrón y otras petroleras (desplazando a Repsol entre otras); y el sector que reclama vía los llamados fondos buitres quiere una parte de la torta de la segunda reserva mundial de shale gas y petróleo de Vaca Muerta.

Tal es la disputa, que los propios voceros del gobierno se animan a develar, sin empacho, que YPF en realidad es privada, pues así está inscripta en los dominios internacionales. Los nuevos “dueños” de las reservas gasíferas y petroleras de toda la Argentina se aseguraron de ello a la hora de cerrar negocios (como decíamos en notas anteriores, el árbitro de cualquier problema sobre esto es la justicia estadounidense; así está firmado el acuerdo). Pero como los demás monopolios (“fondos buitres”) saben muy bien que el Estado Argentino es de los monopolios, la disputa intermonopólica se desenvuelve en estas “extorsiones legales” de los bonos que durante años se vinieron emitiendo.

No hay secretos. Salvo un problema que no es menor. Mejor dicho, es el problema, de ahí tanta desesperación: para poder cumplir con los pagos es imprescindible darle una o dos vueltas más de tuerca a un ajuste que están intentando implementar pero que los sumerge cada vez más en la profunda crisis política en la que ya se encuentran. La situación es muy riesgosa. No están dadas las condiciones.

Por esto, la presidenta ladró pero se terminó sentando a negociar la cabeza del león, que es ni más ni menos que disponerse a ceder una parte de las reservas energéticas.

Por ello, economía y política no es como nos la presentan los intelectuales de la burguesía. Especialistas en economía que hablan tan difícil para que nadie entienda nada de lo que es una disputa entre buitres. Con una diferencia: nuestro pueblo y su esfuerzo no es carroña.

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