Con el afán de meter miedo, uno de los monopolios que comenzó agitando el tema de la «crisis» a través de su funcionario sindical, el secretario adjunto del SMATA, Sr. Milici, fue la General Motors. La primera medida que tomó la empresa con la complicidad del sindicato fue la de suspender al personal. Inmediatamente después lanzó la bola de que bajarían los salarios un 35%.
Los grandes monopolios, sobre todo los ligados a la industria automotriz, se enfilaron en el mismo discurso avalados por el gobierno de Cristina de Kirchner quien amplificaba histriónicamente los ecos de la desocupación que agitaban sus jefes de las transnacionales.
Tanto en el conflicto de Gestamp como en el de las autopartistas cordobesas lideradas por los obreros de Valeo, nuestro partido fue denunciando consecuentemente que lo de la «crisis» no era nada más que una jugada de los monopolios para intentar desmovilizar a la clase obrera, meter miedo por los puestos de trabajo y generar un retroceso en el auge de masas para emprender un nuevo ciclo de superexplotación y ajuste brutal en los salarios, a fin de afrontar los nuevos negocios millonarios que tiene en cartera la oligarquía financiera.
También dijimos que el dinero para emprender esos nuevos millonarios negocios surgía del acuerdo de pago entre el Estado argentino y el Club de París. Es decir que los millones de dólares que todos estos monopolios requieren para los mencionados negocios, los aportará el esfuerzo conjunto de los trabajadores argentinos. En una palabra, nosotros ponemos el dinero para los negocios que la oligarquía financiera «invierte» en las ampliaciones y nuevas plantas para superexplotarnos y, además, bajarnos escandalosamente los salarios en forma continua.
Una muestra de lo que decimos sale hoy a la luz con la noticia publicada en los diarios de que la General Motors está realizando una inversión de 740 millones de dólares que completará durante el año que viene para la fabricación de motores de aluminio y de un automóvil que se fabricará en la planta de Alvear para ser exportado a todo el mundo.
En un reportaje con una radio de Rosario, el presidente de GM para América Latina, Jaime Ardila, afirmaba que dicha inversión «no significará nuevos puestos de trabajo, pero mantendrá los ya existentes» que son unos 2.700.
Ahora veamos los números del proyecto Fénix tal como llaman a este suculento negocio:
80 mil automóviles al año del nuevo modelo (80% de exportación a Europa por unos 1.200 millones de dólares al año).
90 mil motores de aluminio al año (10.000 para exportación a Europa por unos 23,5 millones de dólares al año).
Como vemos el negocio es redondo y NADA TIENE QUE VER CON NINGUNA CRISIS.
Si a eso le sumamos que la pretensión de la empresa es fabricar esas mercancías adicionales con el mismo plantel obrero, surge claramente que los 2.700 trabajadores deberán agregar a su trabajo diario, el manejo de un capital adicional de 740 millones de dólares que valen los nuevos medios de producción que se incorporan a la planta, a cambio del mismo sueldo.
¡Peregrina idea la de los oligarcas de la empresa, el gobierno y el sindicato!
Con este escenario, no sólo se preanuncian luchas denodadas de los trabajadores y pueblo en general por su dignidad de vida, sino que estamos seguros que los niveles de enfrentamiento con la clase enemiga serán de un orden más violento que el actual, porque ahora ni siquiera basan su mentira en la creación de nuevas «fuentes de trabajo», sino que nos dicen que deberemos conformarnos con un trabajo más arduo y peor pagado que el que teníamos hasta ahora a fin de mantener el mismo para que ellos decupliquen sus negocios.