De discursos no se vive y de promesas, menos todavía

La total ausencia de expectativas que generan las políticas del gobierno en la clase obrera y el pueblo, pronostica una muerte anunciada de toda esta farsa nacionalista y populista. El desprestigio y la falta de confianza en las instituciones del Estado, fundamentada en las experiencias de autoconvocatoria de las masas, el ejercicio de la democracia directa, y las innumerables luchas que se van desatando en todo el país por todo tipo de reclamos, provoca una profunda crisis en la burguesía, y muestra cómo las expectativas de cambio real en la Argentina están puestas cada vez más en la movilización de masas, que va en ascenso.

La burguesía no puede ocultar la enorme preocupación que tiene, por no poder crear expectativas en su circo, del profundo desprestigio que tienen las políticas de los gobiernos de turno que responden a los monopolios que han gobernado estos años a través del Estado capitalista de nuestro país. A tal punto se ha profundizado el descreimiento en la burguesía que ya se está cuestionando, en forma implícita o explícita, a veces solapada y otras no tanto, su dominación.

La clase obrera y el pueblo argentino no dejamos ni un instante la lucha por mejores condiciones de trabajo y de vida, sin confiar en lo más mínimo en ninguno de ellos, ni promesa, ni discurso. Los argentinos hemos aprendido hace rato que de discursos no se vive, y de promesas menos todavía.

El modelo tan afanosamente vendido por el gobierno es el proyecto burgués: ninguno de ellos habla sobre que mientras las ganancias de las empresas no paran de crecer, el pueblo trabajador se ha empobrecido.

Lo único que puede cambiar esta situación es la lucha y la movilización de las masas, golpeando allí donde les duele a los verdaderos dueños del poder y a sus gobernantes. Allí está la verdadera oposición a este gobierno y a los intereses que representa.

Mientras que la oligarquía financiera y su gobierno nos proponen el camino de la democracia burguesa, la clase obrera y el pueblo ya eligió el camino de la lucha y la movilización. Permanentemente se están llevando adelante paros y movilizaciones en todo el país; y aunque los medios de comunicación oculten todo tipo de noticias referidas a las luchas, éstas trascienden por la magnitud de los golpes directos al corazón de los monopolios. Podríamos nombrar muchísimos conflictos que se están llevando adelante, de mayor o menor envergadura, los que se caracterizan por multiplicarse día a día. Contra la contaminación, contra el saqueo de nuestros recursos naturales, por una educación y salud digna, por aumento salarial, por mejorar las condiciones de trabajo y de vida, etc. El camino está trazado: avanzamos en unidad y en una organización en donde cabe todo el pueblo.

Sabemos lo que es luchar, lo que es la explotación, sabemos lo que es un salario de hambre, sabemos cuánto cuesta la canasta familiar; como también sabemos que el aumento que se logra con una mano, la burguesía nos lo quita con la otra a través de la inflación.

Pero es, precisamente en esta confrontación, en donde la clase obrera, los asalariados y el resto del pueblo, vamos ganando terreno para quebrantar la correlación política de fuerzas que nos colocará en condiciones superiores para futuras batallas.

Ese es el camino sin retorno que ya ha tomado la clase obrera y el pueblo, contraponiéndose a la democracia burguesa parlamentaria que propone el gobierno de los monopolios. Y que, a su vez, constituye el fundamento material para la construcción

de una alternativa revolucionaria en la Argentina, que desde las bases se va construyendo como alternativa de poder en nuestro país.

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