Entre el 14 y el 16 de julio se realizará en Brasil la VI cumbre del BRICS (asociación de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Este encuentro viene precedido por importantes acuerdos bilaterales entre Rusia y China acerca de la provisión de gas del primero al segundo y sobre comercio exterior, en los que una de las condiciones sobresalientes es la de comerciar con las monedas de esos países y no con dólares estadounidenses.
Con este precedente, la cumbre de la semana próxima se propone la creación de un fondo de estabilización monetario (denominado Acuerdo de Reservas de Contingencia) y un banco de desarrollo, llamado Banco BRICS; estas entidades se proponen ejercer funciones de mecanismo multilateral de apoyo a las balanzas de pagos y fondo de financiamiento a la inversión. El primero serviría para otorgar préstamos ante “contingencias” de la economía mundial. El segundo, sería un banco con un capital inicial de 50 mil millones de dólares, pudiéndose ampliar en 2 años a 100 mil millones de dólares, y en 5 años a 200 mil millones, que destinaría esos capitales para “proyectos de infraestructura, educación, salud, ciencia y tecnología, medio ambiente”.
Estas decisiones representan un impecable retrato de la magnitud de la puja interimperialista mundial; los capitales con origen en estos países, y que están diseminados por los cuatro puntos cardinales del planeta realizando negocios multimillonarios, se deciden a ser un polo de acumulación y centralización en competencia con otros capitales provenientes de otros países y tanto o más multimillonarios que éstos. En esta puja interimperialista, verdadera guerra entre capitalistas, se deciden los destinos de fabulosas cantidades de capitales concentrados gracias a la explotación y el expolio en todo el mundo. En ello va implícito que esos capitales son producto del esfuerzo y el sufrimiento de miles de millones de seres humanos porque los capitales no nacen de la nada ni son producto de los negocios más o menos buenos que los capitalistas sepan realizar. Tanto que son guerras que hasta en las propias “uniones” como el BRICS se expresan contradicciones; lo único que los une es la necesidad de más concentración y más centralización.
Sin embargo, las trasnochadas visiones que recurrentemente buscan con desesperación una “salida” dentro del propio capitalismo afirman que estas decisiones ayudarán a un mundo “multilateral” y con menos “hegemonía” de los Estados Unidos. Esto nos daría a los pueblos una “alternativa”. La vieja teoría de Kautsky del “ultraimperialismo” la cual sostenía la ilusión de que algún día los capitales dejarían de competir entre sí para culminar en una unión de capitalistas mundial que terminaría con la anarquía del capitalismo y lo transformaría en racional. Ilusión que Lenin combatió con toda firmeza y desnudó como una teoría reaccionaria en “El imperialismo, fase superior del capitalismo”.
De aquel debate de Lenin a la actualidad mucha agua pasó bajo el puente, pero la corriente ha sido permanentemente confirmar que el capital es anárquico por naturaleza y que, lejos de poder superar sus propias contradicciones, las mismas se ven multiplicadas por la competencia entre los capitalistas y, fundamentalmente, por la vigencia de la lucha de clases.