Corría el año 1936 y Anastasio Somoza García se hacía del poder derrocando al presidente constitucional y proclamándose presidente. Comenzaba así un largo periodo en la historia de Nicaragua en el cual la familia Somoza se convertiría en la “dinastía” de tiranos que explotó, oprimió y reprimió a todo el pueblo durante décadas.
En 1939 Somoza, ya consolidado en el poder y con toda la confianza de Washington bajo la administración Roosevelt, ganada después de que como Jefe Director de la Guardia Nacional planeara y ejecutara el asesinato de Augusto César Sandino, el 21 de febrero de 1934, se lanza a la disputa por la construcción del canal interoceánico, negocio por aquel entonces en boga, para lo cual ofrece la entrega de la soberanía en todo el territorio nacional, necesaria para el proyecto, y demandaba para sí la explotación del canal.
El negocio no fue, el canal se construiría en Panamá y Anastasio Somoza García sería ejecutado por el revolucionario y poeta Rigoberto López Pérez en 1956.
Más de siete décadas después el frustrado “sueño” de Somoza, vuelve. Esta vez, de la mano del gobierno de Daniel Ortega Saavedra, otrora “revolucionario”, intentando matar por segunda vez a Sandino que, con las banderas del “Socialismo del Siglo XXI” y con el discurso burgués de que la obra es progreso para el pueblo, realiza la misma entrega de territorio y soberanía fantaseada por el dictador.
La faraónica obra que se pretende comenzar en diciembre es otorgada, por fuerza de ley aprobada por los diputados del Frente Sandinista, a la firma china «Nicaragua Canal Development Investment Co» (HKDN) y sus socios Rusos a quienes se conceden los derechos para definir el diseño, financiación, construcción y administración del Canal por un plazo de 50 años prorrogables por 50 más. Según las estimaciones se invertirán unos 40.000 millones de dólares, y el canal tendrá una longitud de 520 kilómetros, para unir el Océano Pacífico con el océano Atlántico, atravesando Lago Nicaragua, hasta el mar Caribe, y permitirá que barcos que, por su tamaño, no pueden pasar por el Canal de Panamá, lo hagan por la nueva vía. Para esto se construirán puertos de aguas profundas sobre el atlántico y fábricas de acero y cemento.
Para lograr esto, la soberbia burguesa travestida de revolucionarismo, ha violado todos los derechos otorgados por la Constitución Política de Nicaragua a los pueblos del sur de la costa caribeña.
Los 22 gobiernos territoriales indígenas de la Costa Caribe, afrodescendientes del gobierno territorial Rama y Kriol (GTR-K); del Gobierno Comunal Creole de Bluefields, del Consejo de Ancianos de la comunidad indígena Mískitu de Tasbapounie ya han alzado su voz por el atropello de todos sus derechos políticos.
El megaproyecto destruirá el sensible equilibro del monte tropical, contaminará y derruirá el Gran lago de Nicaragua -el más grade, a la vez, mayor reserva de agua dulce de Centroamérica con más de 8.000 kilómetros cuadrados- violará, sometiendo al capitalismo más cruel, las culturas aborígenes con la mayor riqueza natural, étnica, y lingüística de centroamérica, desplazará pueblos, explotará a miles, enfermará y matará a miles, traerá consigo todas las calamidades del “capitalismo moderno” profundizando la opresión, discriminación e injusticia.
Basta echar una mirada hacia atrás para ver lo que fue la construcción y lo que quedó tras la obra del canal de Panamá.
Todo en nombre del “progreso” en función de los interese de la oligarquía financiera esta vez de la mano de sus gerentes chinos y rusos.
El pueblo de Nicaragua, en su larga lucha de las últimas cuatro décadas, ha generado miles de nuevos rebeldes que ya están escribiendo los nuevo “Poema de amor” como lo hizo el revolucionario Roque Dalton en la lucha contra la explotación obrera de sus hermanos en el canal de Panamá o como el revolucionario y poeta Rigoberto López Pérez y están dispuestos a entrar en acción para frenar la barbarie burguesa.
El pueblo nicaragüense tiene un solo líder, el General de Hombres Libres y levanta su bandera al grito “SANDINO VIVE, LA LUCHA SIGUE»