Pensando otro país

Si en algún momento se cumpliese el proyecto de poner en marcha el Belgrano Cargas, estarían hablando de 10800 kms. de vías recorriendo 14 provincias. Según el mensaje del gobierno:  Sería un “cambio sustancial en la vida económica del país” y por lo tanto de los compatriotas que habitan esas tierras. “Habría un cambio en el ahorro del flete”, “la polución caería en varios puntos”, “la energía podría ser ahorrada a cifras increíbles”, “la producción de camiones, y todo lo que ello conlleva, daría paso a emprender la producción de otras alternativas de transporte necesario para el ciudadano que habita las ciudades”. En fin el ferrocarril un “empuje” al futuro y bla,bla,bla.

¿Quién puede estar en contra de todo ello?

De repente el sistema capitalista se volvió” humano” y los “chinos “con sus ingentes  recursos pondrían fin a una etapa negra de negación del ferrocarril.

Mientras tanto se sostiene  el déficit comercial con ese país de 6000 millones de dólares porque nosotros le vendemos soja en poroto y aceite pero ellos muy graciosamente nos inundan con productos industriales.

No son Españoles de la Conquista pero de alguna manera son los “Conquistadores” del siglo XXI, aparecen los espejitos y se llevan el oro.

Sin embargo hay otra lectura de este fenómeno.

En primer término el capital “Chino” es capital financiero y no tiene fronteras ni nacionalidad. Está asentado en un Estado Monopolista para impulsar, desde esa rampa de lanzamiento, los negocios globales. A modo de ejemplo cabe recordar que desde hace varias décadas China ha cobrado de EEUU una serie infinita de bonos  emitidos por el tesoro de ese país cuando aún la crisis del 2008-2009 en el país del norte era impensable. Los bonos están vivos pero no dejan de ser papeles y el mundo no es el mismo al de los antiguos conquistadores. Este Estado monopolista también sigue jugando un rol fundamental en el plano mundial para achatar el salario planetariamente.

Volvamos al Belgrano Cargas.

La lógica del sistema capitalista es la ganancia y nada de lo que se haga se hará en función de la sociedad humana. Lo cierto es que para profundizar el proyecto alimentario hacia China es necesario reducir los costos y hacer tabla rasa, “con aires de progreso”, con todo aquello que frene la locomotora del negocio.

Aunque aparezca con ínfulas de desarrollo y progreso, cabría al menos una pregunta ¿Por qué y a quiénes beneficia que nuestro país, ya sea por transporte de camiones, o mañana con trenes, produzca cantidades enormes de granos?

De sólo pensar y profundizar en ello veríamos que  el negocio de unos pocos conmueve la sociedad y la naturaleza en forma agobiante, decadente y frenadora de cualquier verdadero desarrollo humanitario.

¡Trenes sí!,

…desde ya, ¿pero para qué y en función de qué?

Pensando en nuestra revolución

En una primera etapa de una revolución socialista lo primero que se resolvería entre otras cosas y de un día para otro, sería garantizar el alimento a cada hogar argentino.

Existen todas las posibilidades materiales para hacerlo. Simultáneamente se tomarían medidas de mediano y largo plazo para extinguir el despilfarro de fuerzas productivas, fundamentalmente la fuerza de trabajo, es decir el propio ser humano. El tren sería una gran herramienta que acompañaría el desarrollo socialista, pero no a costa de aniquilar a una parte de la población, por ejemplo el caso de decenas de miles de choferes de camiones que quedarían sin trabajo. El socialismo no es capitalismo en donde el negocio está por sobre el Hombre.

De hecho, alimentar 40 millones de almas no es lo mismo que alimentar al mundo, por supuesto que habrá un excedente de producción para exportar y obtener recursos que puedan dar respuesta a problemas estratégicos del país. Pero imaginemos entonces que las vías férreas para construir una red ferroviaria no estarían sometidas a volúmenes insoportables para la naturaleza sino y sobre todo para paliar, en la primera etapa de la revolución, los crímenes que dejó el capitalismo sobre todo en la carencia de alimentación de niños y ancianos.

Imaginemos también que si la solución inmediata es eliminar la mala alimentación de nuestro pueblo, desde inicio, los puertos para exportar no estarían ya sometidos a las necesidades faraónicas que necesitan “los grandes negocios”, las redes ferroviarias y el transporte en general se orientarían hacia todo el país, verdaderas redes y telas de araña para que el producto, en forma inmediata llegue a donde tiene que llegar.

Se comenzaría una larga etapa de descentralización del país. Ya no serían los puertos de las grandes urbes las primeras y únicas necesidades. La materia prima, en un largo proceso, se industrializaría  en las zonas donde se encuentran y así se fomentaría un círculo virtuoso en donde se iría extinguiendo el derroche de fuerzas productivas incluidos los medios de transporte.

El Belgrano Cargas propuesto hoy  es todo lo contrario, recorre 14 provincias productoras de granos, productos mineros, energéticos, etc. Se los extrae aniquilando poblaciones y naturaleza, van a los puertos y las riquezas expropiadas a nuestra población sólo son “progresistas” para los bolsillos de la oligarquía financiera y los funcionarios  de turno de cada gobierno que se sucede. ¿En qué nos beneficiamos con este “progreso”? ¿En que por unos años haya 5.000 nuevos operarios? ¿Pero qué pasará con los operarios que quedarán sin trabajo por la nueva matriz que impone este «nuevo» negociado? ¿Qué pasará con las vidas que se deteriorarán producto de estas inversiones? Hablamos de millones y nos remitimos a la experiencia en que la matriz de los negociados se asentó sobre la eliminación de los ramales ferroviarios: se abrieron algunos trabajos y se cerraron miles. Lo mismo ocurre con todos los negocios de la oligarquía financiera.

Para producir lo más cercano a la naturaleza y en función de cubrir la necesidad de la población nacional implicará de hecho reducir el ataque a la naturaleza. En cada lugar nuestro pueblo sabe cómo resolver esas contradicciones a sabiendas que el Hombre en sí mismo es naturaleza.  Pueblos enteros en el mediano y largo plazo necesitarían elevar el manejo de la ciencia y la técnica para avanzar a una mejor calidad de vida. Esa descentralización iría rompiendo la contradicción que nos impone el sistema capitalista de campo-ciudad. Por el contrario, ella iría extinguiéndose, sacando lo mejor de la sociedad humana en la transformación de la naturaleza. El socialismo implica de hecho elevar la calidad del hombre en todas sus aristas.

Entonces. ¿No es tan criminal el sistema de camiones o el sistema ferroviario cuando lo que se transporte es LA NADA? O EN TODO CASO LA GANANCIA PARA UNOS POCOS MONOPOLIOS.

El sistema capitalista aniquila al hombre, empobrece en masa, lo despoja de toda sustancia. Una revolución socialista es de las mayorías explotadas  y oprimidas y seguramente luego de la confusión general por la que atraviesa en un primer momento la revolución, avanzaremos como pueblo en la construcción de un Estado de las mayorías, con el timón firme para resolver, en un primer paso inmediato, el tema alimentario, poniendo así el sello de que es posible otro país pensado para el Hombre como naturaleza.

Entonces sí el Belgrano Cargas será un verdadero impulso al desarrollo de la sociedad.

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