Una nueva trampa… ¿o una nueva comedia?

En más de un artículo de ésta página, hemos mencionado la siguiente frase de Marx: “La historia se repite una vez como tragedia y otra vez como comedia”. Pero hoy es imposible no mencionarla nuevamente, aunque pequemos de reiterativos.

En el día a día, la lucha por la vida nos exige levantar la mirada y desarrollar el pensamiento de a dónde nos lleva el sistema de dominación actual. Entonces aparecen las grandes soluciones y el bla bla sobre la macroeconomía, la crisis que “estamos” sobrellevando como país, que si este capital o el otro es bueno o es malo. Nos ponen la espada en la garganta para que definamos nuestra adhesión a uno u otro contendiente del capital financiero planetario.

Nos dicen y nos intentan confundir a diario con que lo determinante de los Estados son sus gobiernos y entonces unos aparecen como “imperialistas” y otros aparecen “pegándole” al imperialismo. Se esconde la esencia que lo dominante es el Capitalismo Monopolista de Estado y de hecho que los capitales, los monopolios se han apoderado de ellos  borrando todo tipo de frontera cuando a facilitar los negocios planetarios hablamos. Sino comprobemos: ¿qué capitales han emigrado a China durante 30 años? En el año 1945, el Partido Comunista Argentino, en esa idea y concepción de la clase dominante, traicionó a la clase obrera cuando ella tenía un protagonismo extraordinario en la lucha de clases. Optó en la política nacional por Braden, expresión de un sector de la burguesía y abandonó al proletariado en su independencia política e ideológica frente al populismo en marcha. Esto le costó al proletariado décadas para lograr una nueva aparición clasista que se sintetizaría en el Cordobazo. Esa historia de traición, de optar por el mal menor en función de los intereses de la Unión Soviética, fue una etapa trágica en la historia del proletariado argentino… así fue la historia.

Pero volver a intentar hoy imponer ésta concepción de optar por el “mal menor”, es la parte de la comedia que hacía referencia la introducción.

El proletariado no puede estar frente a esa disyuntiva que promueve la oligarquía financiera, a esa guerra de capitales  que estremece al mundo, mendigando posiciones en un u otro bando. ¡De ninguna manera!, el proletariado tiene que ir en éstas disputas por sus intereses históricos e inmediatos.

No puede dar tregua en sus reclamos  a uno u otro sector de la puja intermonopólica.

El proletariado tiene que ir por lo suyo, es más, es un momento histórico en donde su independencia política e ideológica se está materializando de hecho en un enfrentamiento a la clase dominante.

El poder de la oligarquía financiera atraviesa planetariamente una crisis política  que se traslada y a la vez se genera simultáneamente en todos los Estados, el nuestro no es ajeno a esa contienda intermonopólica y es donde insistimos el proletariado no puede dejar llevarse por posiciones que nacen desde la burguesía monopolista,  incentivadas por los contendientes que introducen a los ideólogos de sus bandos para llevar confusión en el pueblo y lo que es peor azuzar divisiones.

A la contienda intermonopólica a sus guerras por intereses imperialistas, hay que oponerles el antimperialismo, la revolución socialista, el Estado de todo el pueblo.

Ello implica que no hay tregua, no hay ninguna posibilidad a dejar la lucha de hoy para mañana y a la vez desarrollar la multiplicidad de organizaciones políticas revolucionarias que se están dando a partir de la democracia directa que generaliza de hecho  La asamblea como órgano de dirección soberana  de máxima democracia directa que se conozca.

La ofensiva ideológica de toda la oligarquía financiera coincide en hacer desaparecer cualquier intento planetario de alternativa revolucionaria con un sello de clase proletario y popular. Ambos contendientes desatan guerras en Estados por intereses económicos. Y allí no hay patria, hay intereses. Todos los monopolios van por África, por sus riquezas naturales, van por América Latina, van por Argentina entre  infinitos objetivos en disputa.

Los pueblos somos la gran mayoría  que no queremos más de lo mismo, por optar por uno u otro verdugo del presente y del futuro, pero hace falta tener el timón fuerte de la revolución para que la lucha de todo nuestro pueblo no caiga en una simple puja electoral  y erosione las raíces del camino revolucionario que se ha emprendido  a partir de la multiplicación de hechos de democracia directa que pone al principal sujeto de la revolución que está poniendo al proletariado y al pueblo como protagonistas de la lucha de clases.

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