En la aparatosa sesión del día de ayer en la Cámara de Diputados, el oficialismo y sus aliados convirtieron en Ley el proyecto que propone cambiar de jurisdicción el lugar de pago a los bonistas que ingresaron en los canjes de deuda de 2005 y 2010 (sin embargo, pretender aplicar la ley con carácter retroactivo generaría otros conflictos que la harían impracticable). Los legisladores de “la oposición” rechazaron la iniciativa, argumentando “defectos técnicos” y su “inconsistencia” para solucionar los problemas que generó el fallo del juez Griesa.
Con esta ley, el Gobierno de los monopolios pretende crear un nuevo agente fiduciario, el Nación Fideicomisos, desde donde desembolsará (en principio) los 200 millones de dólares correspondientes al próximo vencimiento de la deuda, que se producirá a fin de mes.
Todo el circo que pudimos observar por horas y horas los millones de argentinos de a pie, fue presentado como una sesión en donde se dirimiría el futuro de la Nación; cuando en realidad, no fue otra cosa que una nueva pantomima de esta gran novela que es el pago concreto y efectivo de una “deuda” que los que trabajamos todos los días, NO asumimos.
Abundaron chicanas de todo tipo entre unos y otros, con el único objetivo de ver quién rapiña un voto más con vistas a las elecciones del 2015; pero ni una sola voz se escuchó respecto al problema esencial: en el lugar del mundo que sea, pagar religiosamente una deuda de la que el pueblo argentino nunca vio un dólar.
Los acreedores de la deuda, “buitres” o “palomas” son parte de la oligarquía financiera internacional; unos y otros son los que movilizan y concentran capitales por cualquier lugar del planeta y, a través de los mecanismos de la deuda (siendo éste sólo uno de tantos), libran una guerra permanente entre capitales para ver quién logra mayores negocios y beneficios; y, en definitiva, quién sale airoso en la guerra interimperialista por la centralización de capitales a escala mundial. El objetivo central es la apropiación de una impresionante cantidad de capitales, que son fruto del trabajo de millones de seres humanos, de punta a punta del planeta.
La decisión política, institucionalizada y hecha ley en el día de ayer por el Congreso burgués (adornada con que se “recuperará la soberanía”), confirma que la política del gobierno es pagar a como dé lugar para poder seguir endeudándose en los mercados internacionales, como lo venía haciendo pagándole al Ciadi, al Club de París, o a Repsol. La senda “progre” encabezada por Kicillof y sus amigos, aparecía trancada por la acción de los “buitres” (un sector de la oligarquía que exige su tajada); esta Ley le permite a la burguesía continuar cerrando millonarios negocios con otro sector de la oligarquía financiera (la misma que hoy apoya la medida de cobrar en Buenos Aires).
El objetivo de la Ley, lo que hace en realidad es desmalezarles el camino para seguir pagando religiosamente, y continuar con la política de “atraer inversiones”; léase: que la burguesía monopolista mundial siga adelante con sus negocios en la Argentina en el contexto de los negocios mundiales del imperialismo, donde cada región del planeta es vista y considerada un coto de caza para continuar con la explotación y la expoliación de los pueblos.
La inmoralidad de toda esta escenografía quedará expresada concretamente, ya que en el Banco Central estará abarrotado de millones de dólares para pagar a los acreedores, mientras los argentinos vivimos cada vez peor, y millones de compatriotas viven en la pobreza más absoluta. Esta es la “lógica” del sistema capitalista y, por más decorados que haga con discursos patrióticos, es lo que defiende a rajatabla este gobierno al servicio de unos pocos.