Lucha de clases: una brasa caliente en las manos del imperialismo

La agudización permanente de la crisis  política del imperialismo, consecuencia de la inefable lucha de clases, ha hecho que la oligarquía financiera ya no encuentre la “paz social” necesaria para la realización de su ganancia en ninguna parte del mundo. Hoy el rechazo generalizado a sus políticas de rapiña y explotación se ha extendido a toda la humanidad, poniendo en jaque el decadente capitalismo.

En los 5 continentes se alzan las banderas del anticapitalismo y la clase obrera y las clases populares, con sus luchas, buscan intensamente la rotura de las cadenas que las atan al  miserable futuro que ofrece la clase dominante.

Hoy hasta los países “seguros” para el capital, se han convertido en una brasa caliente en las manos del imperialismo.

En la sudeste asiático Camboya y Vietnam que en la última década, cada uno a su modo, han cambiado su economía centralizada por la economía de mercado, con el pretexto del “desarrollo”,  convirtiendo al hombre en una mera mercancía y haciendo de esos territorios masivas maquilas de los monopolios textiles.

Desde enero en Camboya las luchas de los obreros textiles de en Phnom Penh y Svay Rieng no han cesado, con masivas movilizaciones y paralización de la producción de Gap, Nike, H&M y Zara, Levi Strauss, entre otra marcas.

El gobierno ha sacado el ejército a las calles para reprimir a los trabajadores, dejado hasta ahora 8 muertos.

El reclamo: un aumento del salario mínimo, de 100 a 177 dólares, terminar con la muerte en los talleres, producto de las inhumanas jornadas de trabajo y el hambre.

En Vietnam, país donde reina la Doi Moi (renovación), se abrió las puertas para la confección de prendas de vestir  a la industria textil radicada en China, arroyando a millares a los más miserable salarios y condiciones de trabajo.

 El conflicto fronterizo con China, ha hecho estallar el odio del pueblo trabajador. 20.000 marcharon, quemaron  y derruyendo 15 centros manufactureros de los mas diversos orígenes.

La lucha de la clase obrera mundial no sólo pone en crisis política a la oligarquía financiera, sino que también demuele la idea de que capitalismo de Estado en función de los intereses imperialistas “avecina a los pueblos al progreso”. Y por otra parte, pone sobre la mesa al socialismo como única y verdadera salida  para los pueblos del mundo.

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