¡¡¡Chorros… !!!, de tinta se gastan diariamente para explicar el fenómeno de la inflación. La claque de la burguesía que escribe en los diarios, aparece en la televisión, las radios, en fin, en todos los medios masivos de difusión y desinformación exhibiendo títulos y diplomas de «economistas», «politólogos», «sociólogos», «encuestadores», «periodistas especializados», «analistas financieros», «asesores» y otras disciplinas que conforman lo que en la universidad de la burguesía se denominan «ciencias» humanísticas, trata de explicar y diagnosticar este fenómeno que nadie controla en la sociedad y que afecta a las grandes masas.
Los argumentos más usuales sobre el origen de la inflación, es que se gasta más de lo que entra. Es muy común que estos personajes, utilicen el ejemplo del padre de familia que gana $ 8.000 pesos por mes y gasta $ 10.000, dado lo cual va a crear un déficit que luego va a tener que rellenar con más ingresos, ya sea pidiendo un préstamos, trabajando más o imprimiendo más billetes (en caso de que pudiera hacerlo).
Se dice que éste último es el caso del Estado que tiene esa posibilidad. Entonces, cuando el Estado imprime más billetes para afrontar gastos superiores a lo que recaudó, el peso pierde valor frente a las mercancías y en consecuencia se produce la inflación porque lo que antes se compraba con $ 100, ahora se va a necesitar $ 130 para adquirirlo.
Ahora, ninguno de estos «científicos» de las «ciencias» humanísticas nos explica cómo un país que produce mercancías y las cambia por mercancías de igual valor (porque ninguna empresa monopolista es tan idiota como para aceptar a cambio pagos inferiores al valor de la mercancía que vende), puede recibir como pago menos valor que el valor de la mercancía que vendió. Pero sí ocurre que un mismo auto con un mismo valor en Brasil y en Argentina, tenga un porcentaje de ganancia diferente para el capitalista de uno u otro país. Y allí está el problema que los burgueses quieren solucionar. Cómo ganar lo mismo que el que más gana.
Entonces tiran la pelota hacia afuera y le echan la culpa al Estado: ¡El que gasta más dinero de lo que le entra es el Estado! ¡El problema es el gasto público!
Y vuelta la burra al trigo. Nadie explica cómo es que habiéndose generado nuevos impuestos masivos tales como el impuesto a los combustibles, el IVA, el impuesto al salario, y millones de impuestos encubiertos en los precios de distintos bienes y servicios que pagamos en cada boleta de la luz, el gas, el ABL e impuestos provinciales y municipales, las multas de tránsito, los peajes, etc. el Estado recauda menos. Todo lo contrario, el Estado recauda mucho más porque ha puesto sobre las espaldas de las grandes mayorías populares la mochila del sostenimiento del sistema que antes soportaba en parte la burguesía misma con el pago de impuestos que se fueron eliminando (exenciones impositivas) o se fueron compensando con la percepción de subsidios, préstamos blandos, y facilidades de todo tipo para la clase capitalista en desmedro del pueblo.
Nadie, absolutamente nadie de estos personajes, (oficialista o de oposición) apunta al eje del problema: Hablar de inflación, es decir, de la suba generalizada de los precios de todo tipo de bienes y servicios, es lo mismo que hablar de disminución de los ingresos fijos, en una palabra, del salario. Porque un burgués que vende mercaderías a equis valor, si tiene que pagar un 10% más por los insumos y materias primas, salarios, etc. para producirla, aumentará igualmente su precio de venta en un 10% más para no perder su ganancia. En cambio, un trabajador que gana equis sueldo, no puede hacer lo mismo, salvo que luche y se una con los demás obreros para imponer una suba de salarios.
En conclusión, el tema de la inflación es la disminución de los salarios. Y esa es una condición inexorable de la conjugación entre la tendencia decreciente de la cuota de ganancia de la sociedad capitalista y la situación política de la clase obrera y sectores populares.
Sintéticamente: La burguesía para sostener sus porcentajes de ganancia en competencia con el mercado mundial globalizado y cada vez más centralizado debe necesariamente achicar costos. Pero como todos los componentes de sus productos que forman el costo están formados por mercancías (materias primas, insumos, infraestructura, maquinaria, energía, etc.,) que les venden otras empresas monopolistas, debe recurrir a bajar el único costo que no le vende otro capitalista: la fuerza de trabajo que es vendida por el obrero.
Ése es el costo que reduce sin miramientos. Allí está el eslabón del que debe tirar para sostener su tasa de ganancia. Entonces todo el sistema burgués que rige la economía (mercados y Estado), achican el ingreso de los trabajadores, es decir, los salarios, lo cual hace mediante dos o tres mecanismos a saber: extensión de la jornada laboral con el mismo ingreso o intensificación de los ritmos de producción con el mismo ingreso (productividad), o bien ambas cosas conjugadas.
Pero hay países como el nuestro cuyas situaciones políticas no le permiten a la burguesía bajar los salarios porque se les incendia todo el territorio nacional. Entonces la vía, es el aumento generalizado de precios. Pero esto no se da en forma meditada, planificada, discutida en una sala de reunión en donde se resolvió tal cosa. Éste es un mecanismo «natural» al que recurre la clase capitalista a fin de sostener su tasa de ganancia achicando costos en el punto en donde lo puede achicar: el salario.
Es el análisis de clase, marxista, el que nos permite orientarnos y llegar a estas conclusiones que, en boca de la burguesía y de todos sus intelectuales diplomados, nunca vamos a escuchar.