El salvaje ataque el 26 de septiembre último a micros con estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, – llamados normalistas- y futbolista de Tercera División, por parte de la policía municipal y elementos del cártel “Guerreros Unidos” en Iguala, estado de Guerrero, donde perdieron la vida 6 personas, 25 más resultaron heridas y 43 jóvenes normalistas fueron secuestrados y permanecen desaparecidos, más el hallazgo reciente de 6 fosas comunes con cadáveres degollados, desollados y quemados, ha hecho estallar la ira del pueblo mexicano que cansado de tanta muerte se lanzó a las calles con la consigna “con vida se los llevaron, con vida los queremos” exigiendo el esclarecimiento y señalando al narcotráfico y sus gobiernos como responsables de los aberrantes hechos.
Para poder entender esencialmente el por qué del ataque a los estudiantes normalista debemos remontarnos a los orígenes.
La Escuela Normal Rural de Ayotzinapa es un modelo de educación popular, autogestionada, horizontal. Tiene sus orígenes en un proyecto gubernamental de Lázaro Cárdenas en los años 20 del siglo pasado, que tenía como finalidad masificar la educación mediante la creación de escuelas normales que permitieran formar profesores rurales.
El abierto carácter combativo y los altos niveles de politización de sus estudiantes que han tenido que enfrentar la persecución y represión sistemática en toda su historia por parte de los gobiernos, han hecho de este movimiento un verdadero ejemplo de resistencia en la movilización y un verdadero estorbo para las políticas del poder.
Esto en el marco de un pueblo con larga historia de revoluciones y de insurgencias desde tiempos inmemoriales que en el siglo pasado y en el presente ha entrado en permanente ensayo de construcción de poder que van desde el zapatismo, a las Autodefensas para combatir a los narcos y los paramilitares y el desarrollo de organizaciones guerrilleras y las cientos de experiencias de poder local, hacen que el artero ataque del 26 de septiembre en Iguala a normalista sea un verdadero acto de terrorismo de Estado contrarrevolucionario por parte de los cárteles, las fuerzas policiales y el ejército.
Estos hechos hacen que empiezan a converger la movilización masiva de las organizaciones políticas y sociales del pueblo con el de las Autodefensas que llaman a “responder con todas las formas de lucha, violentas y pacíficas, legales o fuera de esta legalidad sin ética que intentan imponernos los de arriba” junto a la convocatoria del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) “a la conformación de la Brigada Popular de Ajusticiamiento 26 de Septiembre, expresamente fundada para enfrentar en aspectos político-militares esta nueva afrenta del narcoestado mexicano”. Abriendo una nueva etapa en la lucha del pueblo mexicano donde la confrontación clasista subirá un escalón en su calidad en el camino de la revolución social.