La matriz energética de Argentina está basada en la producción de gas y petróleo para un supuesto consumo del 90%. Si a este alto consumo de hidrocarburos se le suma que a partir de la privatización de YPF, la empresa española Repsol construyó cientos de kilómetros de gasoductos, todos hacia las fronteras, es decir, para la exportación, además de exportar también petróleo crudo para luego reimportarlo refinado, todo ello, sin invertir un centavo en exploración de nuevos yacimientos (lo cual desmiente categóricamente lo anterior), se tiene la explicación del descenso de las reservas de este recurso no renovable y el consiguiente déficit energético que se argumenta.
El desarrollo de tecnologías que hicieron económicamente factible la explotación de yacimientos no convencionales, transformó las expectativas productivas en Argentina en materia energética, ya que el país posee una de las reservas más importantes del mundo de ese recurso.
Las formaciones geológicas Vaca Muerta y Los Molles, ambas situadas en la provincia de Neuquén, poseen más de un tercio de hidrocarburos no convencionales de Sudamérica, de acuerdo a un informe de la AIE de EE.UU. Pero las provincias actualmente productoras de hidrocarburos, no son las únicas que cuentan con esta clase de recurso; el mismo se encuentra en regiones como la mesopotámica y la pampeana, en particular, en las provincias de Entre Ríos y Buenos Aires.
De allí que el territorio argentino se haya convertido en zona de disputa de monopolios como Exxon Móvil, Shell, Chevron, Total, como también de las empresas chinas y rusas; nadie quiere perderse la fiesta ni dejar de llevarse un pedazo de la torta y, si es posible, también las migas.
El gobierno nacional por su parte, como fiel representante y defensor de los intereses de la oligarquía financiera, se apresuró a llevar a cabo las acciones necesarias que le facilite a los monopolios petroleros el saqueo, aunque ello implique más pobreza para los trabajadores y el pueblo, además de enfermedad y muerte, producida por la degradación del ambiente como consecuencia de la contaminación del agua, la tierra y el aire generada por la actividad petrolera.
Algunas de estas medidas son, el convenio firmado con Chevron (agosto de 2013), el acuerdo ante el CIADI (octubre de 2013), el cierre del proceso expropiatorio con Repsol (abril de 2014), el acuerdo con el Club de Paris y el acuerdo de cooperación energética firmado por el Ministro de Planificación Julio de Vido y el Secretario Adjunto de Energía de EE.UU., Daniel Poneman (ambos de mayo de 2014). La frutilla del postre es la ley de hidrocarburos aprobada recientemente por el Congreso Nacional después que el gobierno nacional acordara con los gobernadores de la provincias integrantes de la Ofephi, o sea, las productoras de hidrocarburos, el reparto de las coimas provenientes de las petroleras por los beneficios recibidos.
Según una información aparecida en el diario La Nación, medio que se destaca por ser vocero de los intereses de la clase dominante, los recursos de shale gas alcanzan los 308 trillones de pies cúbicos, lo que representa 25 veces las reservas actuales de la Argentina y que alcanzaría para abastecer el consumo del país por unos 200 años. La misma nota informa que, de acuerdo con un estudio del IAPG (Instituto Argentino del Petróleo y el Gas), con la producción de sólo mil pozos, el ingreso adicional de divisas superaría los u$s 23.000 millones, el PBI crecería entre un 3 y un 4% lo cual requeriría ocupar 75.000 puestos de trabajo directo.
El proyecto de Loma Campana, yacimiento que abarca sólo el 1% de la formación geológica Vaca Muerta, y es explotado por YPF en sociedad con Chevron, tiene comprometida una inversión de u$s 16.000 millones en los 35 años de duración del contrato. De esta concesión y de otras similares con el monopolio «francés» Total y el «angloholandés» Shell, entre otros, el gobierno nacional pretende obtener los dólares necesarios «para incrementar las reservas del BCRA y, además, eliminar el déficit de la balanza de pagos energética una vez recuperado el autoabastecimiento».
Al menos estos son los argumentos esgrimidos por el gobierno y propalados profusamente por la burguesía a través de sus medios de comunicación con el fin de convencernos de las bondades de la extracción de los hidrocarburos no convencionales mediante la técnica de la fractura hidráulica o fracking.
Nada dicen que las empresas que inviertan un mínimo de u$s 250 millones, una suma irrisoria para este tipo de negocio, podrán disponer libremente de las divisas hasta un 20% de su producción, es decir, podrán exportar los hidrocarburos sin pagar impuestos. Si Argentina necesitase el crudo para el abastecimiento interno, deberá pagar a precio internacional un recurso de su propiedad. También tendrán la facilidad de enviar al exterior el dinero obtenido por la venta de ese 20% de lo producido. Tampoco sufrirán restricciones para la importación de bienes de capital. ¡Y a esto le llaman autoabastecimiento!
Entre otros beneficios otorgados a través de la ley de hidrocarburos está la fijación de pago de regalías en un 12% y el Impuesto a las Rentas Petroleras en el 3%, valores que sólo podrán modificarse para abajo, como así también, el no pago del Impuesto a los Sellos. Además, las provincias y los municipios tienen prohibido grabar la actividad. Como si esto fuera poco, las concesiones se otorgan por 35 años con la opción de ser prorrogados otros 10 años.
Si tenemos en cuenta que ése es el tiempo de vida útil de los yacimientos, es fácil deducir que las petroleras más que concesionarias, serán propietarias de los mismos.
Estas son las cláusulas conocidas porque están establecidas en la ley, pero hay otras no conocidas u ocultas. Hace poco tiempo atrás circuló de manera extraoficial, un documento que sería el que contiene esas cláusulas secretas, entre las que sobresale una, según la cual, el Estado argentino le garantiza la ganancia a las empresas, o sea que, si el negocio dejara de ser rentable, la diferencia sería pagada por la Argentina o, mejor dicho, por la clase obrera y el pueblo de Argentina.
La Sra. Presidente, que nos tiene acostumbrados a sus discursos grandilocuentes y falaces, afirmó que con los hidrocarburos no convencionales Argentina se convertiría en la nueva Arabia Saudita, lo que obvió decir es que, los que vivirán como los ricos de ese paraíso petrolero son los burgueses y los alcahuetes del gobierno a su servicio mientras los trabajadores, que somos los que producimos la riqueza, viviremos como los pobres de Kuwait.
Ante esa perspectiva de sumisión y explotación que nos quiere imponer la clase dominante sólo nos queda una salida, promover la unidad de la clase y el pueblo y profundizar la lucha de clases, hasta derrocar a la burguesía y tomar el poder.