Los medios de prensa difunden estos últimos días, que según encuestadoras privadas, 1 de cada 3 empresas en el país, redujeron su personal, ya sea en forma de despidos o tras el llamado a retiros voluntarios, entre otros formatos. Es decir que el 30% de las empresas, durante el 2014, redujeron su personal, siendo registrados en el primer trimestre del año 63.000 puestos de trabajos, solo del sector privado en blanco. Mientras que no se registran la reducción de trabajos en negro, que por lo general son los más castigados, a la hora de reducción de personal.
Independientemente de que estas cifras estadísticas, en cierta forma, tengan mayor o menor grado de veracidad, el despido, en lo que va del año, ha estado latente y presente en la mayoría de las fábricas y lugares de trabajo, donde inclusive la mayoría de las empresas lo han planteado como una medida extorsiva, mientras que a su vez, también en diferentes lugares, el despido fue y es un hecho que provoca permanentemente conflictos, con altos grados de enfrentamientos.
Ya en el año 1847, Engels señalaba en su trabajo, Principios del comunismo, que el esclavo en su historia, tuvo la vida más asegurada, que el obrero. Ya que el esclavo tenia que venderse solo de una vez y para siempre, mientras que, el proletario tiene que venderse, él mismo, cada día y cada hora. Todo esclavo individual, era propiedad de un señor determinado y tenia ya asegurada su existencia por miserable que sea, por interés de éste. En cambio el obrero individual es, valga la expresión, propiedad de toda la clase de la burguesía. Su trabajo no se compra más que cuando alguien lo necesita, por cuya razón no tiene la existencia asegurada. El esclavo está fuera de la competencia. El obrero se halla sometido a ello y siente todas sus fluctuaciones.
La producción anárquica del capitalismo, donde los monopolios tienen como único objetivo el de concentrar cada vez más riquezas, a cualquier precio, provoca su natural crisis económica, tras la caída de la tasa de ganancia, donde la burguesía y su gobierno, no encuentra otra solución a la crisis que la de ajustar económicamente a toda la población, aumentar los precios y generar los despidos masivos. Lo que hace que inevitablemente la población de conjunto profundice sus niveles de empobrecimiento, a la vez que enciende cada vez más, su odio como clase trabajadora, contra el gobierno y los monopolios.
El otro aspecto que caracteriza estas situaciones, tan conocidas en nuestro país, es que los monopolios intentan sacar ventaja aun en situaciones planteadas como “desfavorables”, intentando dar una vuelta de tuerca a los niveles de flexibilización laboral, para achicar los puestos de trabajo y así aumentar los niveles de explotación, con mayor productividad por obrero contratado.
La burguesía a lo largo de su historia, como en la actualidad, pretende que los platos rotos los pague la clase trabajadora. Y por lo tanto presenta los despidos como si fueran justificados por causa natural, de las cuales ellos no son responsables, si no que es obra de “agentes externos”. Pero nada mencionan, que en épocas donde las vacas son gordas, los niveles de explotación a la clase obrera son los mismos o peores aun. Lo cual se cae de maduro, que sólo la clase obrera organizada puede dar respuesta concreta a esta situación planteada y es sólo enfrentando a las patronales ante cualquier hecho de despido, ya que si bien la crisis ellos la han generado, que también sean ellos quienes la absorban.