Mientras arrecian los reclamos de todo tipo por parte de los trabajadores, desde las “gerencias” sindicales coaccionadas por esa presión, llaman a tibios paros para descomprimir la caldera de la bronca y ruegan al gobierno la exclusión del aguinaldo del impuesto a las ganancias. Por su parte la llamada “izquierda» parlamentaria, intenta encorsetar todo por la vía institucional, desde la reapertura de paritarias hasta el reclamo generalizado de un bono de fin de año que grandes sectores de trabajadores fogonean para paliar la expropiación hecha por el Estado a través del impuesto al trabajo. Ambos sectores intentan, evitar cualquier confrontación política contra el sistema de dominación capitalista.
Pero mientras tanto, desde Puerto Madryn, los trabajadores de Aluar, dándoles las espaldas a las políticas de suspensiones sistemática de la empresa, dirigidas a generar temor e incertidumbres entre los trabajadores, y lejos de contentarse con las aspiraciones de las burocracias sindicales y de los oportunistas, van al fondo del asunto y a la raíz del problema, y en asamblea deciden que, además del bono y la excepción del impuesto al salario sobre el aguinaldo, exigir que se elimine el tributo para los trabajadores.
La lucha comenzó el 24 de octubre pasado, cuando 500 trabajadores paralizaron la planta, lo que motivó casi de inmediato que el Ministerio de Trabajo de la Nación dictara la conciliación obligatoria por 15 días intentando así evitar lo inevitable. Rápidamente se generalizó el conflicto en la región donde, según el propio INDEC, el sueldo inicial promedio supera el mínimo no imponible de $15.000 fijado el año pasado, dado lo cual el salvaje el impuesto alcanza a las grandes mayorías de trabajadores.
Los dos paros de la última semana en Aluar catalizaron y alimentaron la decisión de lucha de las bases de más de 60 gremios de la Patagonia: petroleros, bancarios, metalúrgicos, portuarios, Luz y Fuerza, entre otros.
Rompiendo con la visión burguesa de que los problemas reivindicativos se resuelven desde lo sectorial o sindical, la bronca que atraviesa horizontalmente a los trabajadores ha empezado a tomar formas de unidad y organización en función de los intereses de toda la clase.
La rebelión ya ha empezado y ésta desafía a toda la burguesía que acorralada en el terreno político y con sus herramientas de control social, -la burocracia de los sindicatos- totalmente desautorizados, no encuentra la forma de retroceder sin reconocer su debilidad política.
Las cartas están echadas y diciembre será el mes de esta gran confrontación clasista que, en el último mes del año, más allá del resultado, llevará sin duda alguna, a una nueva síntesis política organizativa en el camino de la revolución.