El gobierno de Estados Unidos dio a conocer un informe confirmando los métodos de tortura que la CIA aplica en sus andanzas por el mundo. La única diferencia con todo lo conocido es que en esta oportunidad es el propio presidente de ese país el que da a conocer el informe y, por lo tanto, se reconoce públicamente lo que ya era sabido de antemano:
Porque en la CIA, promotora de golpes de Estado, asesinatos de líderes políticos y sociales (tanto fuera como dentro de Estados Unidos) y de infinidad de tropelías, no es de ahora que tortura. Esta historia no empezó con Bush ni la llamada “lucha contra el terrorismo”; torturar, perseguir, asesinar es parte del papel histórico de ese organismo de inteligencia que, solamente para intentar matar a Fidel Castro, planeó más de 600 atentados.
La pregunta que surge espontánea es por qué el presidente Obama da a conocer este informe. Para los ilusos o infames propagandistas del “funcionamiento de las instituciones” en los Estados Unidos, basta con recordarles el asesinato Kennedy o el caso “Irán-Contras”, donde se probaron en juicios e investigaciones el entramado de corrupción y crimen y esas mismas “sacrosantas instituciones” barrieron la basura debajo de la alfombra. Es decir, que por ahí no viene la cosa.
Las propias declaraciones de Obama, intentando pintar de una pátina de moral y transparencia la decisión, chocan de frente con la reciente absolución del policía que mató a sangre fría a un joven en Ferguson y el conocido más recientemente del joven Garner en Nueva York. Sin embargo, precisamente las manifestaciones masivas y nacionales que provocaron estos dos casos, más otros tantos que no se conocen, más las luchas y huelgas de trabajadores en toda la geografía de ese país, configuran una situación de la lucha de clases de alza como hacía décadas no se producía en los Estados Unidos.
Todos los movimientos y decisiones por arriba tienen en esta base material una causa objetiva que obliga a hacer lo que antes no se hacía; la situación de masas se agudiza en el marco de la situación que se vive en el mundo. Estados Unidos no queda por fuera de este proceso, por más que lo oculten y lo disfracen. Entonces estas decisiones están en el marco de ese proceso de crisis política estructural de la que no se salva ni la “mejor democracia” del mundo.