El retroceso que dio el gobierno con el impuesto al salario, -hecho que nosotros interpretamos como un triunfo de la clase trabajadora-, no es el fin de la película ni mucho menos. La bronca, el descontento y las ganas de terminar con tanta indignidad se acrecientan todos los días; si creyeron que con la concesión que dieron entibiarían la furia de los trabajadores, se equivocaron. Lejos de bajar los brazos, la discusión y el reclamo por mejoras salariales están al rojo vivo, y la agachada de los sindicatos como respuesta al “buen gesto de la Presidenta”, no hizo más que encender el fuego de la caldera.
Roberto Fernández –secretario general de UTA- manifestó que no valía la pena seguir con medidas de fuerza ya que ante un buen gesto del gobierno había que responder con otro buen gesto. Por otro lado, Antonio Caló –CGT oficial-, relativizó los índices de la inflación y manifestó que nuestros sueldos no sufrieron pérdidas…Los bonos de fin de año no aparecieron y a capa y espada se alinean para tirar toda la discusión para el año que viene y no conceder más nada.
Como decíamos, mientras el reclamo está más vigente que nunca, la discusión eleva su calidad y encuentra a los trabajadores no sólo en la lucha por sueldos dignos sino a su vez, cuestionando al poder por los problemas que no se resuelven.
Hoy, vemos cómo todas las iniciativas del poder fueron en desmedro de la dignidad y los derechos de los trabajadores. Nuestra salud empeora de la misma forma que empeora la “calidad” de la atención de las obras sociales; viajar a nuestros trabajos es una tragedia y el sistema de transporte colapsó hace años; la educación, la seguridad, son reclamos latentes.
Las alternativas institucionales evidencian hoy que nunca fueron los canales de solución para el pueblo. El hartazgo de ir constantemente contra esta pared, hace que nos alejemos definitivamente de las alternativas burguesas, y como trabajadores, madure en nuestra conciencia la posibilidad de construir nuestras propias alternativas.
Es evidente que la preocupación de la burguesía es la movilización del pueblo y han tomado medidas como las que se impulsaron en la provincia de Bs. As., de carácter represivo ante posibles avances de la clase trabajadora y el pueblo. Como otras veces, ya hay grupos que operan instalando el saqueo en la discusión –viejo fantasma-, justificando este accionar del poder.
Pero lejos de estas fantasías, la autoconvocatoria y la acción directa son moneda corriente para cada movilización, impulsados por la única necesidad común que es la solución de los problemas. Hartos de las miserias burguesas -cada vez más al desnudo-, el avance de la clase no encuentra freno. En las reivindicaciones concretas está el origen de la movilización; en la acción: la unidad y el debate para ir por más, para avanzar en la construcción de nuestras herramientas políticas.
Ya nos encontramos en un verano más que caliente y los termómetros de la burocracia explotan. Demagógicamente, tiran anuncios como la discusión por un 50% de aumento en las próximas paritarias, lo que demuestra que es verdad y no exageramos en nada cuando los trabajadores lo exigimos.
Envueltos en sus propias trampas, los sindicatos deben recoger este reclamo ya que los trabajadores desde el odio y la bronca no le perdonaremos la entrega. De la misma manera que ya no permitimos que nos impongan ni techo ni piso para negociar lo que a ellos se les cante.
En este contexto, no tenemos más que el deber ineludible de ir por más, de elevar nuestras aspiraciones de clase, de plantearnos el marco de disputa revolucionaria para disponer la solución de los problemas nacionales en nuestras manos.