Les torcieron el brazo

Una nueva victoria del pueblo frente a las políticas de vaciamiento educativo del Estado.
El proyecto del nuevo edificio para la E.E.S. Nº 26 de Villa París – Glew ha sido incluido en el plan de obras 2015. Ésta es otra prueba tangible más de que si las cosas se mueven por abajo, los de arriba también se ven forzados a moverse. Es una prueba más de que éste es el único camino. La toma de decisiones por democracia directa, la institucionalización de las asambleas como los órganos referentes y democráticos en los cuales el pueblo legisla tomando decisiones y ejerce de Poder Ejecutivo al llevarlas a cabo. Construyendo así un Poder popular concreto y tangible.

Poco importan los que ayer vinieron a endulzar los oídos, intentando convencer por todos los medios de desistir con la toma del edificio porque era utópico e irracional pedir un edificio nuevo y hoy se llenan la boca diciendo ante la comunidad educativa que estábamos todos buscando lo mismo. Poco importan los que vinieron a decir que un edificio nuevo era un imposible y hoy dicen que estaban trabajando en esto y que «se podía haber conseguido por muchos caminos.» La realidad es que el único camino que los forzó a tomar las decisiones necesarias ha sido éste: la organización del barrio y la comunidad educativa para exigir que la problemática se resuelva.

Poco importa quien quiera plantar su bandera sobre la experiencia o llevarse los laureles. Lo importante es que quedó demostrado que donde nos organizamos y decidimos exigir de manera colectiva nuestros derechos y las cosas que nos pertenecen; tenemos muy poco que perder y en cambio: aún todo por ganar.
Poco importan. El barrio ya los conoce bien.

Quedó demostrado que las políticas del Estado en detrimento del pueblo, los barrios, los trabajadores, las instituciones públicas; no son invencibles. Ni indoblegables. Con organización y lucha se les puede torcer el brazo. Ésta es la realidad histórica de un pueblo que tiene ya sobrados anticuerpos para olfatear a todas las lacras y los oportunistas de turno y sabe bien, aunque aún no se demuestre de forma consciente: que no queremos más representantes de los monopolios tomando decisiones por nosotros. Que el Poder no está allá arriba, sino aquí abajo. Bien abajo. El Poder, señores funcionarios, no está en el despacho de sus congresistas ni de las empresas a las que representan. Está en la mesita venida a menos de un colegio tomado que se cae a pedazos alrededor de la cual las madres, profesores y vecinos se sentaron y se atrevieron a decir: ¡Basta!

Queda mucho por hacer. Pero que esta construcción sea un ejemplo más para seguir organizándose, en todos los ámbitos donde la problemática social no encuentra alivio a largo plazo con políticas serias y responsables del Estado. Que se multipliquen las Asambleas soberanas, la Autoconvocatoria, la Democracia Directa y las Acciones Directas. Que todo el pueblo tome la resolución de sus problemas en sus propias manos.

Éste es el germen revolucionario e incipiente de un Poder Obrero y Popular que comienza a florecer de la enorme sabiduría y riqueza de nuestro pueblo que se cansó de comer sapos. Todos «ellos» no son invencibles. Se les puede vencer.

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