Grandes son los esfuerzos de la burguesía imperialista en el terreno político, ideológico y cultural, para mantener oculta a los ojos de los pueblos del mundo la tiranía global de su clase.
Para esto, a sus guerras interimperialistas por el control de territorios, de las materias primas y fuerzas de trabajo, las disfrazan con ropajes de nacionalismos o luchas étnicas y religiosas.
La abrupta caída del precio de los llamados “Commodities”- metales (oro, plata, cobre), Energía (petróleo, gas), Granos (maíz, trigo, porotos de soja)- la adjudican, exclusivamente, a la ley de la oferta y la demanda, y a las contingencias climáticas o “perturbaciones que obedecen a factores geopolíticos”; como si estuviésemos en el capitalismo del siglo XIX, escondiendo que todo forma parte de las estrategias caóticas de las distintas facciones imperialistas que se disputan el planeta y la hegemonía en la clase dominante, en el marco de espacios cada vez más reducidos en el terreno de la lucha de clases en donde las luchas de los pueblos van marcando los tiempos.
Pretenden que creamos que la actual guerra del petróleo es una guerra entre petroleras, cuando en realidad estas son hoy la punta de lanza de los distintos grupos de la oligarquía financiera que han tomado a los Estados y sus gobiernos como plataformas para su enfrentamiento, imponiendo a los pueblos aventuras que nada tienen que ver con nuestros intereses.
Desde allí generan todas las políticas económicas, monetarias y militares, dirigidas a acelerar la concentración monopólica y la circulación de sus capitales, en su eterna búsqueda de la captura de la plusvalía global.
Las sanciones económicas de la “comunidad europea” contra Rusia, por el conflicto en Ucrania; la iniciativas por imponer el yen y el rublo como moneda de referencia de intercambio global cuestionando este territorio dominado por el dólar; la decisión de Arabia Saudita y EEUU de usar al petróleo como arma reduciendo el precio del crudo poniendo en crisis la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP); y las violentas guerras en curso, son todas expresiones del enfrentamiento que describimos
Frente la esquizofrenia de la guerra interimperialista (como en otras etapas de la historia de la lucha de clases) la clase obrera y los pueblos del mundo le dicen no a la guerra, desde la búsqueda de la revolución social para dar un salto adelante y terminar con esta ficción de humanidad que es el capitalismo.