Una reflexión sobre los caminos de la revolución que está en marcha

En el último día de este 2014 que hoy se cierra, es muy tentador realizar un recuento y balance de lo que nos ha dejado la experiencia de la lucha de clases y, en ese proceso, el accionar de nuestro Partido; no caeremos en esa variante dado que en cada una de las notas que cotidianamente han sido publicadas en esta página, se halla reflejado el innumerable cúmulo de experiencias que la clase obrera y el pueblo han desarrollado, tanto aquí como en el mundo. En todas esas notas nuestro Partido ha dado su opinión y ha intentado aportar a una síntesis política que ayude a desarrollar el proceso revolucionario.

Los proyectos de cambio social son objetivos colectivos que están plagados de dificultades y problemas que, en un proceso constante, son necesarios de resolver y afrontar para seguir adelante. Pero al mismo tiempo, son acompañados por pequeñas experiencias cotidianas, esas que parecen que no cambian nada o cambian muy poco, y que, sin embargo, son las que cimientan una construcción sólida del proyecto revolucionario.

Entonces, queremos referirnos a esas cuestiones sin intentar siquiera enumerarlas sino simplemente destacarlas; estamos convencidos profundamente que, de lo pequeño a lo grande, de lo simple a lo complejo, es como se edifica una revolución verdadera, en la que las más amplias mayorías populares sean arte y parte de ese proceso. Y esto es imposible de lograr sin los ejemplos cotidianos y, en apariencia, intrascendentes.

Una reunión organizada por los compañeros de una o varias secciones de una fábrica, luego de una huelga o de una de las tantas luchas, en el que participaron las familias de los compañeros y las compañeras y se crearon sólidos lazos de amistad y unión avanzando así en la organización de los trabajadores; un acto escolar, donde los docentes, los padres y los alumnos, no sólo recordaron la fecha histórica sino también los logros y las conquistas alcanzadas con la lucha de toda la comunidad; un barrio donde se resistió un desalojo y se avanzó en el logro de un asfalto o de la instalación de cloacas; una oficina de una facultad o de una repartición pública, en donde se quebraron años de aislamiento y se logró avanzar en la unidad con los trabajadores de otras facultades y otras reparticiones; en los hospitales donde todos los días cuidar de la salud de nuestro pueblo se hace más difícil, pero siempre hay logros debido al esfuerzo y al compromiso de médicos y enfermeros; en una comunidad de cualquier provincia de nuestro país donde se enfrenta con heroísmo a las grandes trasnacionales del petróleo o la minería, sabiendo que de esa lucha depende, nada más y nada menos, que la vida de esas poblaciones; en una peña o “zapada” realizada por jóvenes que están realizando sus iniciales experiencias de lucha y organización, con toda la frescura y la desfachatez de la sangre nueva.

En estas y en miles de experiencias más se habrán realizado reuniones de fin de año con asados, bailes, aportando lo que cada uno pudiera llevar, brindando por lo hecho y, en ese brindis, asumiendo el compromiso de seguir adelante.

Todo ese cúmulo de compromiso y lucha de nuestra clase obrera y nuestro pueblo es la enorme reserva de la revolución en la Argentina. Concientemente o no, cada una de estas experiencias honran y llevan adelante el legado de lucha y organización de millones de compatriotas que lo hicieron antes. Allí está basada la confianza plena de nuestro Partido, en ese movimiento de masas que nunca fue derrotado y que, día tras día, da muestras de querer vivir con la dignidad y el orgullo de ser pueblo trabajador.

Con todos ellos levantamos nuestra copa; con todos ellos brindamos y en ese brindis ratificamos la convicción que 2015 será un año de luchas renovadas, en las que seguiremos transitando juntos en cada lugar, y en el que nuestro Partido seguirá intensificando su compromiso de contribuir a hacer realidad la revolución en la Argentina.

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