La educación que recibimos

El conocimiento científico tiene un criterio de verdad que es la experimentación.

A lo largo de la historia el conocimiento humano no se rigió por este criterio; primero fue un criterio mágico, luego mitológico, después religioso y finalmente científico.

Nos referimos que el hombre se dio estas explicaciones a sí mismo sobre lo desconocido. Es decir, que a medida que retrocedía la ignorancia se fue afianzando el criterio científico. Pero el conocimiento, y el dominio sobre él, otorgan poder, por lo que el manejo del conocimiento permite la manipulación de los que reciben un conocimiento dado.

En nuestro tiempo el criterio científico pareciera que estuviera impuesto. Vemos que las matemáticas, la física, por ejemplo, no pueden avanzar si no se aplica sistemáticamente este criterio.

Pero en otras “ciencias” esto no es tan claro.

Veamos:

Los que se reciben de contadores públicos egresan de una “facultad de ciencias económicas”, pero estos “profesionales” no sólo no han estudiado El Capital de Marx, sino que ni siquiera lo han leído. Y vemos generaciones de contadores públicos nacionales que no sienten la más mínima vergüenza ni curiosidad por este hecho.

La explicación es que la burguesía, en su proceso de dominación, nos “educa” sobre la base que somos hombres libres; que debemos ser libres pensadores, nos dice. Que debemos tener criterio propio, que si leemos un libro nosotros debemos “pasar” por el libro y no que el libro o mejor dicho su autor “pase” o  ejerza influencia sobre nosotros.

Todo esto parece lindo pero es una verdad a medias y por lo tanto una mentira.

Los que quedan atrapados en los hilos de la educación burguesa, creen que las ideas que tienen en su cabeza son un logro personal, que como libres pensadores pueden discernir  lo que está bien o no, que nadie ejerce una influencia sobre su mente libre.

Pero esto no es cierto ya que nos influenciamos  y nos influencian cotidianamente; el modo de producción en nuestro tiempo, el modo de producción capitalista, tiene un efecto formador, educador, de carácter masivo (no individual) que modela a grandes rasgos lo que pensamos,

La burguesía, en sus universidades, en sus centros de adoctrinamiento, podríamos decir, nos dice que nuestra formación es individual, pero sabe que miente. Si fuéramos tan libres pensadores, a los estudiantes de economía les permitirían leer a Marx.

También vemos que jóvenes estudiantes, sobre todo, no se organizan porque creen que no les hace falta el debate colectivo, que su intelecto les va a dar las respuestas correctas.

La formación burguesa fomenta el individualismo, trata de hacernos creer que lo personal es lo máximo, que todo lo que sea “masa” es despreciable, que debemos tener ideas individuales que nos hagan diferentes, que en esta diferencia está el hombre libre.

Por eso la burguesía no tiene criterios de unidad, en cambio las ideas que se vienen afianzando desde el proletariado están basadas en la masividad y la unidad. Para nosotros la lucha no es posible sin estos dos elementos, por lo que nuestras ideas se funden al calor del debate colectivo.

Esta lucha ideológica se da en estos momentos al interior de la clase obrera y el pueblo, y es otro punto de crisis y de temor para la burguesía monopolista, y un nuevo y renovado despertar para los pueblos.

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