Las últimas conquistas logradas por la clase obrera y su predisposición a luchar por lo que se viene, exigen de los revolucionarios elevar más la mirada y definir los rumbos inmediatos que adquirirá la lucha de clases en nuestro país.
Entendemos que para elevar la calidad del proceso en marcha se necesita intensificar las políticas revolucionarias en todo el pueblo. Son muchas décadas en donde las ideas de revolución como alternativa al sistema capitalista han intentado ser ocultadas por la oligarquía financiera y de hecho, produjo un vacío pronunciado al respecto.
Las luchas se han intensificado, se han consolidado metodologías y organizaciones autoconvocadas, la asamblea como forma de democracia directa ha dado pasos extraordinarios en miles de acontecimientos; sin embargo, aún la mirada revolucionaria, la política capaz de llevar este cúmulo de fuerzas hacia la toma del poder y la revolución, aparecen en forma embrionaria. Aún a los revolucionarios nos cuesta comprender y asimilar que las condiciones objetivas y subjetivas, han madurado en un peldaño que exigen de nosotros forzar la iniciativa para instalar en las masas, y en esas avanzadas que las masas generan, las ideas de la revolución, dar un contenido claro hacia a dónde acumular las fuerzas de lucha, movilizadas y organizadas en la hora actual.
Al sistema capitalista se le pueden arrancar conquistas y así lo entendemos, pero de lo que se trata en esencia es que esas luchas por conquistas que alivian el dolor, se encaminen hacia la revolución social.
¿Por qué decimos que existen condiciones maduras para avanzar a una nueva calidad?
Porque entendemos que ya no es suficiente para una amplia porción de nuestro pueblo establecer lucha y más lucha, porque ya no es suficiente saber lo que no se quiere, hay una inquietud extendida por encontrar vías de salida para una sociedad que está cansada de recibir el hostigamiento a la dignidad.
Esa cuestión está madura y es el deber de los revolucionarios ir con acciones e ideas claras, con un lenguaje directo y llano del ¿Por qué luchar?
No es suficiente llamar a la lucha, a organizarse, a utilizar metodologías revolucionarias. Para quebrar políticamente a la burguesía es necesario instalar masivamente la idea revolucionaria expresada en infinitas posiciones y acciones políticas.
Organizar las fuerzas objetivas de la revolución en sus diferentes niveles y dejar a un lado definitivamente la idea de acumulación de fuerzas que no contemplen a la inmensa mayoría madura a recibir las ideas y el proyecto revolucionario, exigencia de una etapa extraordinaria de la lucha de clases. Para quebrar años de oscurantismo impuesto por el poder burgués en cuanto al ocultamiento de la vigencia de las ideas socialistas, los revolucionarios, no podemos dejar pasar esta oportunidad de condiciones maduras para extender al máximo y tensar todas las fuerzas en dirección de la revolución.
Es una acción práctica, concreta, directa siempre y cuando estemos convencidos que correr el velo de ese oscurantismo mencionado permitirá masificar la lucha por el poder, condición básica para un triunfo asegurado.
Los revolucionarios no podemos flaquear en la confianza ilimitada que debemos tener en las masas, no podemos caer en decidir desde nuestro “altar” quien sí y quien no entenderá los planteos de revolución.
Se trata de plantear los problemas y las salidas políticas a esos temas vistos desde la lucha por el poder. Ése es el terreno que dominamos, conocemos, nos sentimos como peces en el agua, es allí en donde nos tenemos que aferrar al terreno de los debates abiertos, masivos entre la clase obrera y el pueblo e introducir el proyecto que tenemos para nuestro país.