La UOM de Córdoba sepultada políticamente

El temor más grande de la burguesía es que la clase obrera está en la palestra.

Inmersa en una profunda crisis política que los lleva a la ingobernabilidad, la oligarquía financiera y sus Estados, sienten el aliento en la nuca de la clase obrera y el pueblo que cotidianamente  van ganando terreno en la vida política.

En ese avance sostenido y dinámico de las masas en el que  van incorporándose metodologías que ayudan a lograr las conquistas propuestas, rápidamente se transforman en  fenómenos que se replican  una y otra  vez en las más amplias masas por una sencilla razón:  todo el pueblo está deliberando, luchando y atento a las nuevas herramientas que van surgiendo en el fragor de la lucha en un momento histórico donde las ideas revolucionarias, a partir de las mejores tradiciones de lucha,  comienzan a ir de lo general a lo particular.

La burguesía, conocedora de esto, intenta, y muy especialmente en la clase obrera, frenar estas herramientas introduciendo  su contrabando ideológico con la idea de que esos hechos, esas herramientas, esas nuevas metodologías de lucha “ya han alcanzado todo, que están agotadas”, ocultando hábilmente que ese todo que son determinadas experiencias de lucha forman parte de algo más grande.

Pero como decíamos más  arriba las masas  están en permanente debate  y rápido se van liberando  de estos contrabandos ideológicos, y rápido también van propiciando las políticas para seguir avanzando en la solución de sus problemas.

En el caso de las autopartistas de córdoba, que en estos últimos tiempos han protagonizado importantes  luchas que llevaron a los monopolios a utilizar descaradamente todas las instituciones del Estado para poder ponerles un freno, el gremio de los metalúrgicos, la UOM de Córdoba , ha quedado sepultada políticamente. En un manotazo de ahogado hace una maniobra burda, ridícula, vieja al convocar un congreso que se constituyó en una provocación,  con la idea de echar a 5 delegados en un enfrentamiento siendo el mismo secretario general, Rubén Urbano el que terminó con la cabeza partida y planteando que ya habían conseguido lo que querían “destruir el gremio” tratando de llevar todo este cúmulo a la institucionalidad burguesa. Pero el tiro le sale por la culata y estas vanguardias comienzan a romper todos los vínculos con estas instituciones y a tomar nota de que esas experiencias, que fueron un todo para adentro de las fábricas, son parte de algo más grande que va tomando cuerpo y expresando la necesidad y posibilidad de la lucha por el poder.

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