“Al imperialismo no se le puede creer ni un tantico así, ¡nada!”(Che Guevara)

Un artículo del ex subsecretario del Tesoro norteamericano, Paul Craig Roberts, afirma que el atentado contra la redacción de Charlie Hebdo ocurrido en Paris es una operación de las denominadas de “bandera falsa”, es decir una operación que se disfraza de extremismo musulmán para obligar al gobierno francés a seguir adelante con la política de sanciones contra Rusia, la que está provocando rechazo en sectores burgueses de ese país dado los negocios que se están malogrando.

También se conocieron declaraciones de León Panetta, ex director de la CIA entre 2009 y 2011 y ex secretario de Defensa entre 2011y 2013, en las que afirma que el terrorismo, tarde o temprano, perpetrará nuevos ataques en Estados Unidos.

Nótese la calaña de los citados ex funcionarios: ligados a la inteligencia, la defensa y las finanzas del Estado norteamericano. Tanto uno como otro describen con inocultable cinismo por dónde camina la estrategia de la oligarquía financiera internacional, en lo que se podría denominar un llamado a que las cosas pasen tal como ese porción de la clase burguesa desea que pasen, lo que va marcando un derrotero cierto de hacia dónde se dirige la nave imperialista: a profundizar y acrecentar su política guerrerista.

Tal como lo dijéramos en las notas publicadas en nuestra página la semana pasada, a partir del atentado en Francia, los “juegos de guerra” de la burguesía mundial están a la orden del día, poniendo en serio riesgo la paz mundial.

La amenaza de una guerra imperialista como salida a la crisis estructural del sistema capitalista choca con las aspiraciones de paz y progreso de los pueblos del mundo; por eso las usinas propagandísticas del poder burgués mundial acicatean nuevamente al terrorismo internacional, promueven la xenofobia, llaman a defender los valores de Occidente, etc.

Sin embargo, no podemos pedirle razonabilidad a la clase que fue capaz de los más tremendos crímenes contra la Humanidad desatando dos guerras mundiales en el siglo XX, y que hoy día ataca cotidianamente regiones del planeta en pos de acrecentar sus ganancias a costa de la explotación de miles de millones de personas. Si la paz del mundo está en peligro es porque el principal terrorismo es el que ejecuta la oligarquía financiera internacional, tanto los que se visten de guerreristas sin más trámite como los que van depredando el planeta sin tanta alharaca pero que son iguales de avaros y de sanguinarios que los otros.

El mundo es uno solo y está totalmente repartido por los grandes capitales, pero la lucha por su «redistribución» entre ellos es permanente y se ha agudizado en forma violenta, buscando la máxima ganancia a costa de los pueblos y los monopolios en competencia mutua. Las guerras mundiales que significaron el reparto del planeta entre capitales no han sido seguidas por perídos de paz sino que han contribuido a la voracidad mayor de los monopolios en una espiral ascendente.

Existen  intereses tan entrecuzados que es casi imposible (y hasta inútil) saber quién es quién en la guerra intermonopolista mundial. Lo que sí se debe tener claro, parafraseando al Che, “al imperialismo no se le puede creer ni un tantico así, ¡nada!”, por lo que la lucha revolucionaria debe redoblar esfuerzos para que ese imperialismo vea profundizada su crisis.

En la época actual la revolución social, la lucha por el socialismo y el poder para el proletariado y las más amplias capas del pueblo, no solamente jugará ese papel; también debe ser el camino, la estrategia, que se le ofrezca abiertamente a las masas populares para que la Humanidad tenga una salida verdadera.

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