Lo acontecido las últimas semanas ha desnudado, una vez más, las miserias y las ruinas de todo el arco burgués dela Argentina. Eljuicio popular no deja “títere con cabeza” y, muy sabiamente, mete a todos en la misma bolsa.
El hartazgo, la desconfianza, la bronca de la gran mayoría del pueblo argentino de saberse en manos de un grupo de fascinerosos que a lo único que atinan es a leer encuestas y así posicionarse, pensando de esa forma que “dan respuesta” a lo que a las mayorías interesa, se desploma al momento de intentar siquiera la reacción. Como hemos dicho en otras oportunidades, la burguesía argentina es un elefante en una ciénaga que al querer dar un paso, se hunde más en el fango.
Esto, sumado a la situación económica de grandes masas de la población que sufren cotidianamente el descenso en su nivel de vida, hace que lo que queda del 2015 que recién comienza sea de un horizonte lleno de brumas; el año electoral, que en otras circunstancias podría servir para descomprimir la situación, actúa como potenciador de todos los conflictos. Gane quien gane en octubre y asuma en diciembre se verá envuelto en la misma crisis política que hoy atraviesa la clase dominante.
Esta descripción quedaría incompleta si no nos referimos a las fuerzas de la revolución. El “desmadre” de la burguesía monopolista enla Argentina(en el marco de la crisis mundial de esa clase) puede seguir haciendo desbarrancar la situación a niveles desconocidos. La burguesía es capaz de arrastrar detrás de sí la vida de las mayorías en pos de salvar su pellejo.
Es necesario que la única clase que es capaz de erigir un real proyecto de salida a la crisis burguesa, el proletariado industrial, aparezca con toda su fuerza renovadora y revolucionaria en la lucha política nacional para mostrar un camino liberador al conjunto de las capas populares.
Es mucho lo que el proletariado ha avanzado en su organización y en su lucha durante estos años. Ha recorrido un camino arduo enfrentando a todo el aparato del Estado monopolista poniendo palos en la rueda de sus planes de superexplotación. Se ha delineado una unidad de acción, más allá de que ésta no se exprese aun en una unidad orgánica, que atraviesa a toda la clase obrera argentina. Pero todo se torna insuficiente cuando aun no emerge el proyecto de esa clase que atraiga y haga confluir los intereses de la gran mayoría del pueblo argentino. Para ello es imperiosamente necesario que, desde la propia lucha por las condiciones de vida y de trabajo, se materialice el salto a la lucha política abierta contra la burguesía monopolista en su conjunto.
En este desafío los revolucionarios debemos poner todo nuestro empeño y toda nuestra inteligencia colectiva. Debemos aportar a que esa necesidad impostergable se haga realidad tangible; para ello, es necesario abordar al proletariado con los grandes problemas nacionales, salir de la etapa de confrontación con la burguesía de los centros productivos para disputarle la dirección política de toda la sociedad. Cada paso que demos en la construcción de la propuesta revolucionaria debe tener como norte que los obreros de nuestro país asuman su papel de dirigentes de todo el pueblo.