El gobierno ha ido a China a buscar inversiones. Según su mensaje, se trata del hallazgo de un nuevo capitalismo, esta vez beneficioso, para el pueblo de nuestro país quien ya cuenta con experiencia sobre el comportamiento de esa burguesía.
El enorme país asiático que desde los últimos veinte años del siglo pasado dio una extraordinaria vuelta de tuerca profundizando y extendiendo la transformación capitalista de su economía mediante la expropiación de enormes contingentes campesinos a quienes proletarizó compulsivamente para introducirlos en la gran industria con salarios de menos de 300 dólares y que hoy paga a esos mismos obreros una suma de unos 800 dólares, a causa de las denodadas luchas que ese proletariado llevó a cabo con movilizaciones y paros que involucraron decenas y centenares de miles de obreros. De tal forma que las enormes ganancias iniciales de dichas transformaciones hoy se ven abruptamente disminuidas por la propia lucha de ese proletariado que pone en caja la voracidad de la burguesía financiera.
El esquema de la confrontación interimperialista está moviéndose cotidianamente y los gobiernos de los países, estimulados por los capitales que operan en sus respectivos territorios, orientan sus brújulas hacia donde encuentran más facilidades en la oferta del capital ocioso superabundante que busca urgente ubicación para su reproducción ampliada.
No hay banderas ni supuestos encuadramientos ideológicos que impulsan al gobierno hacia China. Tampoco son las necesidades del pueblo argentino las que mueven las voluntades del gobierno en su viaje a China. Son las necesidades del capital instalado en China que busca los lugares que consideran más adecuados a su reproducción. Por ejemplo, nuestro país.
De ninguna manera son capitales nacionales o intereses patrióticos los que conducen a la tierra de la gran muralla. Por el contrario, los capitales interesados en los negocios con dicho país, tienen orígenes diversos tales como las graneleras (Dreyfus, Cargill, Nidera, Bunge y otras), Acindar, del grupo Arcelor Mittal, mineras, químicas y agroquímicas como Atanor, constructoras como China Energy Engineering Company Group Limited, etc.
El motivo central de los negocios es la disponibilidad de capitales contantes y sonantes dispuestos a movilizar y a acelerar negocios ávidos de producir plusvalía a costa de la mano de obra argentina a la que vienen a explotar en forma intensiva, tal como lo están haciendo los capitales en manos de otros dueños.
El famoso «swap» entre los bancos centrales de los dos países firmado en julio pasado, con el que según nos dicen le asegura al gobierno argentino la disponibilidad de aportes desde China por no menos de US$ 5.000 millones, los que recién deben ser aplicados en el primer trimestre del próximo año, cuando las obras de la represa Kirchner Cepernic en la provincia de Santa Cruz comiencen a avanzar, no es otra cosa que un préstamo a cuenta de dicho emprendimiento el cual será cobrado con intereses que engrosarán la abultada deuda Estatal que seguirá siendo pagada con el sudor, la sangre y las lágrimas del pueblo. En una palabra: otro salvavidas de plomo para el pueblo.
Pero contradictoriamente, si bien lo que conduce a la búsqueda de esos capitales es un motivo netamente económico, tal como es la esencia del imperialismo, el movimiento hacia ese lugar de oriente tiene fundamentos políticos, los cuales no hay que buscar, como dijimos, en los alineamientos ideológicos de los supuestos bloques imperialistas, sino en la inexistencia de una sujeción política de un sector monopolista por sobre el resto en el contexto de la puja interimperialista mundial, en medio de lo cual, sin pedir ningún tipo de permiso, porque se trata de una contienda entre pares, los burgueses buscan capitales en donde está sostenida la oferta.
Y esta falta de liderazgo o de centralización política tiene origen y prolongación en el tiempo en la sostenida lucha e insubordinación a los dictados del capital que los proletarios y pueblos del mundo profundizan cada día, haciendo imposible a los capitales, que otrora se mostraban como todopoderosos, sostener sus bases de negocios en forma firme siendo obligados a buscar mejores condiciones para la extracción de plusvalía en puntos geográficos en donde el capitalismo estaba menos desarrollado.
En nuestro país, es notorio y es de prever que los acontecimientos de la lucha de clases se profundicen en este año electoral en donde la debilidad política se verá aumentada en pos de ganar voluntades electorales por parte de la oligarquía financiera en cualquiera de sus versiones (la oficial o la oposición).
Los capitales «chinos» encontrarán ese caldo de cultivo y no será con rosas ni ramos de flores exóticas portadas por una bella jovencita la recepción que tendremos preparada para ellos. El combate por una vida digna de un pueblo decidido a conquistarla será contra esos capitales del mismo tenor que la que llevamos con los que actualmente operan en nuestro país.