No es suficiente ya la crisis política sostenida de la burguesía para avanzar en el proceso revolucionario.
El enfrentamiento interburgués agudiza sus crisis políticas. De una u otra manera nuestro pueblo expresa el cansancio en que se ve envuelto por la clase dominante. Gobierno y oposición sienten ese desgaste que lleva años y su tendencia continúa ascendentemente.
En el mientras tanto, y en el marco de ese debilitamiento de la burguesía, la clase obrera y los asalariados debemos concentrar el fuego en la conquista de un 40 % de aumento salarial que resume una conquista económica y, por sobre todas las cosas, es fundamentalmente una conquista política.
¿Por qué política?
En el marco ya caracterizado, al unificar una consigna nacional de este calibre, de hecho, se impone la agenda desde abajo unificando a la gran mayoría del pueblo. Se trata ya de establecer un norte unificador que trasciende y a la vez comprende la organización inmediata de los trabajadores para establecer ante las mayorías una alternativa política de lucha que hoy pasa por poner el salario a la altura de una gran necesidad inmediata.
Es un momento de conquista. La lucha electoral en la que está envuelto el poder burgués dando la espalda a las cuestiones más sentidas de la población abren una brecha que exige ensancharla con la plena movilización popular.
El 40 % de aumento salarial unifica por arriba un gran sentimiento de abajo a la vez que, el emprender esa consigna, exige dotar a toda la población de una política concreta capaz de unir grandes fuerzas hacia un golpe certero contra el sistema y dejar en un plano secundario las cosas con las que la burguesía intenta dividir en función de sus propios negocios.
Vamos por ese 40% profundizando las acciones y metodologías que cerraron un año 2014 plagado de caminos abiertos de carácter revolucionario. Es en este sentido que la consigna del 40% deberá ser acompañada explicando la crisis política del sistema, del por qué están obligados a retroceder, del por qué debe servir en el despertar de nuevas fuerzas en la acción por fuera de las instituciones del sistema y en el fortalecimiento de las que nuestro pueblo viene creando desde hace algún tiempo.
El 40% de aumento salarial adquiere un contenido político en la medida que esa consigna, centralizada, unificadora, se masifique en los verdaderos centros del poder popular, es decir se descentralice y quede en manos de esas Instituciones populares a las que hacíamos referencia.
El 40% no sólo le impone la agenda política a la burguesía; a la vez, esta consigna permite abrir un camino de unidad que trasciende ya la lucha encerrada en un establecimiento, un parque industrial, un centro de trabajo, abarca todo un movimiento que está latente y a la espera consciente o intuitiva de una unidad de acción que permita ampliar el peso político de las fuerzas ya acumuladas que empujan un cambio social.
Ellos, la burguesía monopolista, con su electoralismo desenfrenado, obtuso, ciego por los negocios presentes y futuros, nosotros, pueblo, avanzando en una consigna unificadora que sirva para abrir más cauces en la lucha revolucionaria de las masas.
Con esta consigna hay que probar fuerzas nacionales ya acumuladas en sendas luchas. El poder burgués va por sus votos que le permitan administrar el interés de los monopolios y por otro andarivel, la conquista del 40%, permitirá imponer la agenda política que unificará un gran torrente de trabajadores hacia pasos cada vez más nacionales de presencia insustituible ante tanta degradación del poder burgués.
Tras ese 40% simultáneamente se irán agregando reivindicaciones de todo tipo, políticas, sociales y económicas, pero hoy el punto débil y crítico del poder burgués es un reclamo político unificado por el 40%, y de ese eslabón, con poder movilizador, se fortalecerán entonces ya no sólo sus organizaciones sino, y sobre todo, las metodologías de alto contenido revolucionario que se abrieron como un abanico en el 2014.