Hacia nuevas conquistas

La superestructura toda sumida en una profunda crisis política se enfrasca en encausar el “rumbo” político de la Argentina en los marcos del propio sistema «democrático» y de la «representatividad»  como suelen llamar a la dictadura de los monopolios, no sacando los pies del plato y buscando que entre los opositores de toda laya desde el reformismo y oportunismo de izquierda, más toda la cofradía de los viejos fósiles políticos conocidos por todos y el oficialismo no deje de existir un continuo juego  para sostener la gobernabilidad de este barco que se bambolea por los azotes tormentosos de la lucha de clases.

La gobernabilidad es más estratégica para la continuidad de los negocios y los intereses de la oligarquía que las necesidades sociales. Los negocios de la oligarquía, pese a su anarquía, precisan de cierto marco de gobernabilidad. La oligarquía es la más interesada en que el juego electoral  se conforme formalmente de una vez por todas y sea este mismo juego, el que marque la agenda  y el escenario para la imposición de sus planes de producción y achique salarial. Es decir se busca denodadamente  anteponer  su maquinaria y sus dictados como alternativa de sostenimiento de este sistema explotador frente a la clase obrera y el pueblo que transita ya otro rumbo en pos de la conquista de sus reivindicaciones.

El montaje por el discurso de la presidenta mañana en el congreso con la movilización de su tropa a cuestas como contrapartida a la movilización de la semana pasada, más los paños fríos por el caso Nisman, tratan de revitalizar el juego de oposición y oficialismo intentando bajar la temperatura de la crisis política. Haciendo pasar sus disputas de intereses como el eje por donde se resolverán los problemas. La ingobernabilidad que engloba toda la superestructura no hace más que revitalizarse y cobrar nuevo impulso en quienes asumen los roles de representatividad, oposición y oficialismo.

Los mismos personajes de siempre, con sus mentiras y promesas a cuestas, sus estafas, sus contradicciones, es decir los protagonistas desesperados de una clase social, la oligarquía financiera putrefacta y en descomposición, no encuentran salida a esta situación y no tienen otra perspectiva para dar continuidad a todo este andamiaje, que apelar a lo que se cuestiona desde la propia experiencia y practica de lucha de la clase obrera y el pueblo: La institucionalidad burguesa, el sistema de representatividad y los monigotes que los expresan. La autoconvocatoria, la democracia directa, la resolución en asamblea, son realidades objetivas que acechan la gobernabilidad y la agenda que la burguesía quiere imponer. Su premura y el montaje son síntomas de su desesperación.

El marco electoral pretende anteponerse a la lucha por aumento de salarios del 40% o más, pateando para adelante esta cuestión e intentando justificar por su crisis aumentos miserables. La particularidad de esta situación es que la lucha de la clase obrera ya tiene en su haber en este último mes de febrero y en lo que va del año importantes medidas de fuerza como paros, movilizaciones, cortes y hasta toma de empresas. Las luchas del complejo petroquímico de Zárate-Campana con su amplitud y extensión, las de los trabajadores de la construcción, de la salud, de la alimentación como Sancor y Coca Cola y otras, autopartistas como Petinari, transportes, siderurgia,  educación, papeleras, metalúrgicas y varios etcéteras más que van marcando el paso hacia una confrontación ineludible, es decir a una generalización de luchas que se unifiquen en torno a aumentos salariales y que, como un solo puño de clase, impongan un marco de condiciones que hagan imposible a la oligarquía y sus representantes, incluidos los popes sindicales tan adictos a la explotación del trabajo ajeno como la misma burguesía, evadirse con las elecciones de esta realidad.

La unificación nacional de nuestras demandas y la conquista de aumentos salariales son dos aspectos inseparables del enfrentamiento a las maniobras de poder.  Aquí no hay agenda que se imponga por fuera de nuestros intereses; aquí debe caminar la fuerza transformadora de la clase obrera y el pueblo marcando el rumbo hacia nuevas conquistas.  ¡Vamos por ello!

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