Un largo discurso plagado de mentiras

Cuatro horas de mentiras arteras y cínicas fueron el desarrollo del informe de la presidenta sobre el ejercicio gubernamental de 2014 ante el Congreso.

Una detallada descripción de cifras y estadísticas confeccionadas especialmente para el discurso y para presentar ante sus pares, los miembros de la oligarquía financiera que disputan las riendas del aparato estatal para gobernar en el próximo período, no lograron ocultar las contradicciones y desaguisados que el poder burgués significa para las vidas de las mayorías populares.

Los casi US$ 112.500.000.000 pagados en concepto de «deuda» externa, no significan más que la transferencia de dicho monto que, con verdadero y sentido orgullo, el gobierno de los Kirchner, reconoce que ha destinado a la oligarquía financiera internacional en desmedro de las vidas de los casi 40 millones de trabajadores y pueblo de nuestro país. Esta cifra, por otra parte, no coincide con la de US$ 173.000.000.000 publicada años atrás.

Para resaltar su «sana política de pago de deudas» (léase transferencia de capitales a la oligarquía financiera a costa del sacrificio y esfuerzo del pueblo trabajador) que viene defendiendo desde el inicio de su mandato, la presidenta afirma que el porcentaje de «deuda» que queda por pagar es inferior al monto que el conjunto de los países de todo el mundo debe como deuda externa.

La pregunta que queda flotando en el aire y que la presidenta no se encargó de despejar es, ¿a qué entidad política, económica, civil, terráquea o interplanetaria, el mundo debe pagar una deuda superior a «tres veces el monto del PBI mundial» según las estadísticas que ella informa?

Nosotros decimos, tal como lo venimos denunciando desde hace años, que los acreedores de ese dinero no son más que los miembros de la oligarquía financiera internacional que se ubican por encima del mundo de los mortales.

Pues todo el desarrollo de su discurso fue orientado a justificar las políticas que el gobierno que encabeza gestiona a favor de ese capital internacional concentrado que maneja a los Estados mundiales. Nunca más claro que en este discurso ha quedado plasmada la orientación de la política del Estado argentino dispuesto a cambiar de «patrón» formal, los Estados Unidos y Europa, por el nuevo patrón Chino. Y decimos formal porque, en realidad, la lucha internacional que aparece como entre Estados Unidos, Europa, Rusia o China, en realidad encubre la lucha intermonopolista de entidades financieras que echan raíces en todo el mundo y que se disputan a sangre y fuego el territorio de nuestro país, como parte de la disputa internacional de la redistribución de capitales y territorios del poder imperialista y del manejo de los negocios en el mundo.

La política que lleva adelante este gobierno burgués de turno, nos mete en la contienda guerrerista de la disputa de territorios y anexiones y lucha intercapitalista violenta que se desarrolla en el mundo con picos de guerra en muchos países (asiáticos, africanos, europeos, por nombrar los más resonantes), y que preanuncian los deseos de una deflagración mundial por parte de algunos sectores monopolistas dispuestos a una destrucción masiva mundial de fuerzas productivas mediante la guerra, a fin de revertir la tendencia decreciente de la cuota de ganancia. Aunque ese objetivo no sea más que un resultado momentáneo que profundice aún más esa ley del capitalismo.

La presidenta nos ha refregado en la cara los logros del capitalismo en nuestro país en cuanto a producción, acrecentamiento de inversiones para el desarrollo de los negocios monopolistas, crecimiento de la renta diferencial de la tierra para los monopolios de la producción industrial del campo a quienes se benefició con el régimen de retenciones (recordar la vuelta de tuerca que el gobierno quiso dar con la resolución 125), etc.

Cínicamente, al peor estilo burgués oligárquico paternalista, intentó convencernos de que los trabajadores salieron de vacaciones y colmaron los hoteles de la República porque querían gastar, según ella, la cantidad de plata demás que habíamos ganado en relación a los años anteriores.

Por supuesto que no habló ni una palabra de por qué vetó la ley del 82% para los jubilados aprobada por el congreso. Tampoco explicó por qué en once años de gobierno no presentó ningún proyecto para la eliminación de las leyes de flexibilización laboral; por qué hay más de 10.000 trabajadores perseguidos por la justicia o enjuiciados cuando su gobierno, así como vetó el 82% de los jubilados, tiene la potestad, en sentido contrario y a favor del pueblo, de declarar una amnistía para todos los luchadores perseguidos en los marcos que le concede la Constitución Nacional. Por supuesto que la respuesta se cae de madura: porque este gobierno no genera políticas para el pueblo sino para la oligarquía financiera.

No habló del proyecto X de inteligencia y represión al pueblo, no habló de las leyes de judicialización de la protesta social, no habló del nombramiento y sostenimiento de represores y asesinos del proceso militar en la jefatura del ejército y en los aparatos del Estado. No habló de la mentira de los juicios «de la verdad» que sólo castigan a algunos de los ejecutores y deja impune a los gestores de tamaño crimen contra el pueblo que no son otros que los miembros de la clase a la que pertenece la mandataria. Tampoco habló del sostenimiento, durante once años de gestión de gobierno de su fallecido marido y de ella, de toda la tropa de espías que el Estado al servicio de los monopolios necesita para reprimir los alzamientos populares y que hoy, bajo el caso Nisman, destapó una caja de Pandora en contra de su gobierno.

También desconoció las movilizaciones crecientes por las innumerables conquistas ansiadas por trabajadores y pueblo en general por aumentos salariales, justicia, seguridad, salud, vivienda, educación, etc.

Sí nos ha dicho que el problema es político y no económico y que dejará un país incómodo para los dirigentes burgueses que se hagan cargo del próximo gobierno.

En eso le damos la razón, pero desde otro punto de vista diferente al que ella planteó.

El problema político que tiene no sólo este gobierno sino la clase burguesa y más precisamente la oligarquía financiera a la que ella representa es que los trabajadores y el pueblo en general no les creen absolutamente nada y cada día profundizan el camino de resolución de sus problemas desde una opción independiente del poder burgués, abriendo ancha las puertas a una acción independiente y revolucionaria de masas. Y también, que las luchas con las que se finalizó el 2014 y comenzó el año en curso por aumentos de salarios en distintas empresas y gremios estatales que se muestran cada vez más indomables por la presión de los trabajadores, es el preámbulo, en el marco de este año electoral en donde están más débiles aún, de la incomodidad creciente que tanto este gobierno como el que venga tendrán como escenario en la contienda por la calidad de vida a la que aspiramos las mayorías populares.

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