Algunos medios que se hicieron eco de la noticia horas después de iniciado, titularon: “Sorpresivo paro de transporte en el oeste de Buenos Aires.” Pero antes de seguir con esta nota, hay que dejar claro una cosa, la sorpresiva decisión de no pagar el salario de los choferes de varias líneas de transporte y la posterior y sorpresiva pretensión de pagarlos en cuotas ameritarían como contrapartida un titulo similar como por ejemplo, ”sorpresiva decisión de las patronales y el gobierno de no pagar salarios de los trabajadores.” O por ejemplo “sorpresivamente los monopolios y el gobierno resolvieron pagar los salarios en cuotas”. Pero no le pidamos peras al olmo. La prensa burguesa tan adicta a la defensa de la explotación de trabajo ajeno, por más que se da aires de objetividad, de justeza y seriedad no puede ocultar qué intereses defiende a la hora de informar. Pretende que todo lo referente a las luchas de la clase obrera aparezca como por arte de magia, repentinamente sin justificación, sorpresivamente y sin causa, desdibujando la capacidad colectiva los trabajadores, su organización y decisión a la hora de luchar por sus intereses.
Seguramente la decisión de no pagar los salarios, no fue sorpresiva, fue bastante más meditada en los cónclaves, contubernios y negociados financieros entre bancos, empresarios, gobierno y gremios por el manejo de la masa de dinero. Cifras que representan entre subsidios y boletos sumas multimillonarias, hasta el punto de arriesgarse a diferir los salarios para otras fechas, con tal de obtener intereses de capital derivados de la especulación financiera de esas sumas. Por consecuencia la decisión de los choferes de más de 10 líneas de transporte, que intuían desde días antes, la movida de los monopolios y que no querían ser el pato de la boda, al enterarse que el dinero de sus sueldos no estarían depositados el día de la fecha de cobro, no sólo no se hizo esperar sino que previamente hablado y en asambleas se resolvió que “si no está la guita no trabajamos” y bajo esta consigna fueron al paro.
Y a así fue, ayer viernes desde las 0 horas. Más de 10 líneas de colectivos pararon el servicio y se mantuvieron en asamblea hasta que la guita no fuera depositada. Los choferes de las líneas 244 – 303 – 320 – 390 – 461 – 460 – 462 -463 – 500 – 238 – 297 y algunas más que recorren gran parte del oeste del gran Buenos Aires, sin la tutela del gremio dijeron basta, pues no es la primera vez que esto les sucede. A partir de allí se desencadena una secuencia de idas y venidas para vencer la decisión asumida, desde amenazas, hasta la ocurrencia de pagar los salarios en cuotas. Sin embargo todo ello no hizo más que fortalecer la decisión de los choferes que para ese entonces era más que férrea. La contundencia del paro fue tal que a las 14 horas el dinero estaba ya disponible y comenzó nuevamente a funcionar el transporte.
El dinero de los sueldos se depositan -según el gremio y los monopolios- una semana antes de la fecha de cobro pero, ¿cómo es posible entonces que en pocas horas haya estado a disposición de los trabajadores, si según los empresarios y el gremio el dinero de los subsidios que manda el estado nacional para pagar salarios no le había sido girado a los bancos? Con esta patraña tratan de encubrir las disputas y los negociados por lo subsidios que hay en la superestructura con la guita que no les pertenece fruto de la explotación del trabajo ajeno. Después de echarse la culpa unos a otros entre bancos, gremios, gobierno nacional, candidatos y empresarios del transporte por los avatares de la guita, por el “retraso accidental” -como dijeron luego- después de correr desaforados para resolver rápidamente el conflicto, queda clara la intencionalidad de la maniobra económica y política. Fue tan contundente el paro que cualquier intento de sacar rédito político para el gobierno, el massismo o el Sciolismo o cualquier otra expresión en este payasesco marco electoral se les vino abajo, a tal punto que todas estas expresiones que comenzaron a criticarse unos a otros con dureza por los manejos de la guita, terminaron por criticar con tibieza el paro, no vaya a ser cosa que pierdan votos. Todas sus especulaciones chocan duramente contra el muro de la lucha de clases que descoloca hasta al más «carismático» de esos personajes.
Las presiones que sufren estos trabajadores frente a las perspectivas de no cobrar sus sueldos, mas las ásperas condiciones de trabajo que soportan, más la combatividad adquirida, borran de un bocinazo a partir de su iniciativa todo intento de hacerlos pasar como los patos de la boda y deja a mitad de camino, no sólo por esta vez sino por las venideras, todo intento de repetirlas. En medio de su crisis electoral, de su pretensión de apechugar a la clase con el tema de la crisis, con la guita que no les alcanza, el paro que les clavaron los choferes les causó ese sentimiento de “sorpresa” que reflejaba la prensa burguesa, como acostumbran decir, esa sensación. Porque además esta instancia enmarcada en la lucha por aumentos salariales no sólo refleja la disposición de no dejarse pisotear sino de ir por más, que se inscribe en esa tendencia de la clase obrera en avanzar al paro por ramas, es decir a golpear socialmente como clase.