La crisis política de toda la superestructura no es una entidad con vida propia, es el producto de la aguda lucha de clases, de la desconfianza generalizada en las instituciones del Estado burgués, de la acción de la clase obrera y las amplias masas populares de nuestro país, que con su lucha en pos de una vida digna confronta abiertamente contra la burguesía y sus políticas. La crisis política no puede ser sorteada, ni esquivada, ni siquiera escondida por la burguesía, es el resultado de los antagonismos de clase que con toda su arrogancia y toda su crudeza, atraviesan de cabo a rabo la sociedad civil, la civilización burguesa y todos sus paradigmas y formalismos.
Si la lucha de clases impone la crisis política, las instituciones políticas burguesas están por supuesto atoradas por ella, y las elecciones como parte de este andamiaje, no pueden disimular ni por un instante el condicionamiento que la lucha de clases les impone. De allí que la campaña electoral en la que están enfrascados todos los candidatos desnudan como nunca antes sus cualidades de mentirosos profesionales, cultivadas en años de engaños y mentiras a la sombra de la oligarquía financiera.
Si de algo han servido las mentiras y falacias de la presidenta con sus discursos, es de escuela electoral para la caterva de monigotes de todos los colores, que hoy deambulan por los medios y actos de campaña presentando paraísos en vez de infiernos.
Por ejemplo, para el señor Espinosa, intendente del partido de La Matanza, lugar donde en varias ocasiones la presidente ha inaugurado obras inconclusas y prometido paraísos, nos dice en una entrevista en el diario Pronto el día de ayer “Matanza es San Pablo: Hace pocos años había 3.200 industrias. Hoy hay 7,500. Creamos dos cientos mil puestos de trabajo y estamos primeros en el ranking país de generación de puestos nuevos”. Después de meter la pata, pues San Pablo es expresión de las más marcadas desigualdades sociales en Brasil, agrega: “No es nuestro caso. Logramos bajar los índices de pobreza del 58 por ciento que teníamos en 2003 al 14 por ciento hoy. Y no te doy cifras del Indec” se excusa con razón, pues con cifras del Indec los porcentajes serian igual de mentirosos.
“Las cloacas en Tigre llegan al 16 por ciento de la gente, nosotros cubrimos 70. Ellos tienen el 32 por ciento de agua potable, nosotros el 98 por ciento. Es tan grafico con sus mentiras que agrega: “Uno es buen intendente por lo que hace, no por lo que dice o el telemarketing que maneja”. Desbordan las cloacas cada vez que llueve y los soretes flotan en el agua pútrida de barriadas enteras, como Catan, Laferrere, Virrey del Pino, etc. además de ser -La Matanza- el lugar de concentración del basural más grande del conurbano y probado esta por cientos de estudios, realizados por organismos y universidades, solicitados por organizaciones populares, que las napas están totalmente contaminadas hasta por lo menos 150 metros de profundidad. Según este hombre que no dice lo que hace, no por el marketing sino, porque directamente se expone a quedar como un verdadero chamullero.
Sobre el tema de la seguridad asevera con aires de suficiencia, “Quizás no se sabe mucho pero en La Matanza, estamos por debajo de la media provincial en las estadísticas”. Además de justificarse diciendo que en todas las grandes ciudades existe el mismo problema. Pero si según él, La Matanza es casi un paraíso ¿como es que existe la misma inseguridad que las grandes ciudades? ¿O acaso el nivel de vida que el describe no cuenta?
Además de destacar que entrego casi 10.000 viviendas -que no se sabe donde están- agrega “Yo voy a proponer la creación de una Guardia Nacional urbana con la profesionalización que tiene Gendarmería Nacional pero preparada para los grandes centros urbano». Sera que tiene miedo?
En resumen, la crisis política de la burguesía es tal que, como resultado, muestra una campaña electoral teñida hasta el tuétano de mentiras y falacias. Desde números a porcentajes, desde cifras hasta anuncios, desde censos hasta estadísticas. La competencia electoral es de hecho, una batalla por presentar las mejores mentiras frente a los demás y viceversa. Las realidades de nuestro pueblo no cuentan. Poniendo el acento en este modo de llevar adelante las cosas, la burguesía no hace más que ratificar sobre todo que su debilidad política desborda su capacidad como clase. Pero que solo se terminara con ella definitivamente conquistando el poder por la acción revolucionaria de la clase obrera y el pueblo.