Asia y África se desangran por voluntad de la oligarquía financiera. Su miserable disputa interimperialista, montada sobre el odio sectario, ya suma decenas de miles de muertos y millones de desplazados y refugiados. Además, el drama del hambre y la desprotección se apodera de los sobrevivientes en Nigeria, Yemen., Mali, Somalia, Palestina, Sudán del sur, República Centroafricana, Libia, Irak y Siria.
Una de las situaciones más dramáticas y que ha hecho saltar las alarmas internacionales es la del campo de refugiados palestinos Yarmuk en Siria en el cual 18.000 civiles, entre ellos 3.500 niños, permanecen atrapados entre dos fuegos. Por un lado el Frente al-Nusra (E.I.) y por el otro, por los bombardeos aéreos de las fuerzas militares del régimen sirio.
El campo se estableció en 1957, -fruto de la guerra árabe – israelí que produjo el éxodo masivo de Palestina-, cuya población superó en otro tiempo los 220.000 se ha ido reduciendo dramáticamente desde el 2012 cuando comenzó la guerra en Siria e iniciaron los bombardeos indiscriminados de las tropas del régimen de Asad detrás de “objetivos rebeldes” que produjeron centenares de muertos, heridos y lisiados reduciendo a escombros la ciudad y el acoso militar del E.I. y sus aliados, que acusa de “infieles” a la población Palestina.
Hoy Yarmuk es una ciudad literalmente demolida y sitiada por la guerra, donde los que han logrado evitar morir despedazados, están muriendo de hambre y aun así resisten en su defensa y tratando de sobrellevar la condición humana.
Hoy Yarmuk es ejemplo de dignidad para el mundo y una piedra en el zapato para aquellos que insisten en tomar partido en esta cruel y mezquina guerra entre capitalistas.