Una huelga ferroviaria comenzó el martes pasado en Alemania. Es una huelga que irrumpe con la aparente situación privilegiada de los trabajadores de ese país que muy hábilmente los medios no se cansan de promover para dicho sea de paso, propagandizar que el capitalismo puede ser un paraíso para los obreros.
La huelga por seis días por aumentos salariales y por la reducción de la jornada laboral a 36 horas semanales salta a pocos días de anunciar desde el gobierno de Merkel -como una medida extraordinaria del país modelo, el descenso de la tasa de desocupación a un 6,7%. Las empresas alemanas de ferrocarril son privadas y conforman un gran monopolio en manos de la oligarquía por ello mismo la propuesta de pagar un aumento del 4.7% en dos veces más un plus no remunerativo y compensaciones monetarias no solo las formulan los tecnócratas del monopolio sino también los del gobierno a su servicio.
Pero los trabajadores rechazan todas estas propuestas. Para acceder a las compensaciones monetarias que propone el poder los trabajadores deben cumplir con una determinada cantidad de horas de trabajo mensual por sobre las horas comprendidas dentro de la jornada normal. Es decir que están obligados a trabajar horas extras para poder acceder a dicha compensación. La inflación y la carestía de la vida los lleva a desarrollar jornadas extenuantes y agotadoras o compensar con jornadas de días de descanso, por ello del conjunto de propuestas planteadas salta con más fuerza la reducción de la jornada de trabajo y la no concreción de horas extras.
La negociación por estas demandas, como así también por el levantamiento de la medida tienen un carácter tripartito, empresarios, gobierno y gremio es decir la santa alianza que desde los intereses del capital dedican sus horas a contrarrestar la iniciativa de los obreros. Curiosamente al mismo tiempo desde esas voces se lanzan declaraciones “como que las negociaciones son libres” y demás cosas por el estilo.
La lucha de la clase obrera viene en alza en el seno de la gran industria en el mundo y mas allá de los sensacionalistas títulos de los diarios burgueses sobre la huelga ferroviaria del siglo en Alemania, para esconder el hecho que hacía mucho tiempo que no las había, el incremento de acciones de lucha se viene desarrollando desde hace varios años. El 2104 marco un punto de agudización también con las huelgas ferroviarias de Francia, Bélgica, España, con la paralización de las líneas aéreas y las automotrices de los trabajadores de varios países de Europa y que en el 2015 no cede.
Es obvio afirmar respecto de la forma en que la burguesía se desenvuelve frente a estos conflictos, que las similitudes con la situación en nuestro país saltan a la vista.
Más aún si vemos que el sistema capitalista es precisamente una maquinaria para la explotación de la clase obrera y la reproducción de sus condiciones de esclavitud asalariada que se extienden a todo el orbe del mundo.
No nos debe sorprender que las repuestas y la falta de soluciones que plantean tengan el mismo carácter. La crisis política y económica, la descomposición del sistema va de la mano de las iniciativas de los trabajadores y los pueblos del mundo y desde allí están brotando las soluciones aun a pesar que el capital detenta el poder.
Pero este proceso solo será efectivo cuando el poder político este en sus manos, cuando la revolución que está en marcha haga trizas la maquinaria de destrucción del Estado capitalista.