El paro nacional que los trabajadores obligan a realizar

Ayer se conoció la noticia de que los gremios del transporte convocan a un paro para el 9 de junio próximo, al que se plagarían las CGTs (sector Moyano y sector Barrionuevo), la CTA (sector Michelli), aunque en reunión conjunta de todas las cúpulas nombradas se fijaría la fecha definitiva y la modalidad de la medida.

Aquí está el mentís más rotundo a los agoreros que, a partir de un análisis superficial, o directamente intencionado, de los resultados electorales amenazan con que se viene «la derecha», como si este gobierno al servicio de los monopolios no fuera la expresión retrógrada de la oligarquía financiera internacional en Argentina. ¡La noticia es que la reacción no viene, la reacción está actuando todos los días desde el gobierno de turno que regentea al Estado!

Sólo aquellos que ven los procesos sociales como «manejados» por la voluntad de personajes a quienes las grandes masas siguen en forma ciega y sumisa, pueden llegar a esa conclusión o abrir discusiones sobre quiénes están convocando a la jornada de lucha y si hay que participar o no de la huelga.

Este llamado al paro sale indudablemente por la fuerza de la lucha, la movilización, la voluntad firme de los obreros y trabajadores en general de torcer el brazo a la burguesía y su gobierno a fin de lograr mejores condiciones de vida con los aumentos salariales a los que aspira la gran mayoría laboriosa y la eliminación del impuesto al salario. ¡La demora en el arreglo de las paritarias no se debe a las patronales sino a los trabajadores!

Este llamado al paro que hacen esos señores con posibilidad de hablar frente a los micrófonos de los medios masivos de difusión y cuyas palabras son reproducidas nacionalmente en cada rincón del país, es un llamado obligado e impuesto por los trabajadores. El mismo Caló, secretario general de la UOM se ve acorralado y, aunque no ha adherido a la medida, llama a un paro de 36 horas en su gremio para el jueves y viernes de esta semana. Este personaje es quien dijo que las bases lo iban a colgar del obelisco.

Podrán ponerle al postre la frutilla sobre la crema, o una cereza. Habrá algunos que intentarán presentarlo de una manera «original» y hasta intentarán recubrirlo de otra manera, pero la torta seguirá siendo torta y no cambiará sus componentes. La masa es la que le da el contenido y así es cómo hay que ver los movimientos históricos y sociales.

El llamado al paro es producto del surco abierto por la gran presión generada por las luchas de los trabajadores que se están dando en todo el país en donde sobresalen los aceiteros y demostadores de algodón, los bancarios, los profesores universitarios, sólo por nombrar los que la gran prensa ha dado a conocer, pero la aspiración a aumentos del 40% de los salarios, y con ello el piso del salario mínimo, los haberes jubilatorios y la eliminación del impuesto burdamente llamado «a la ganancia», es un sentir que abarca a los 17.000.000 de trabajadores más los jubilados y pensionados del país.

Pero, además, en esta lucha queda cada vez más claro que los aumentos salariales no son una cuestión gremial. Tanto el gobierno como los dueños de los monopolios más concentrados del país lo han encarado tal como es: un problema de burgueses contra proletarios. Es claro que, por ejemplo, las empresas monopolistas aceiteras que niegan el aumento a sus trabajadores cuando el salario no representa más que un 5 a 18 por mil, lo hacen no porque no puedan pagarlo sino por un problema de lucha de clases. Es que aumentar a los aceiteros un 42% significaría que el resto de los trabajadores de cualquier rama también aspiraría al mismo porcentaje y, dado el caso, la masa salarial de todos los trabajadores del país aumentaría en forma proporcional, elevando el salario mínimo, los pisos de las jubilaciones y pensiones, y disminuyendo consecuentemente la cuota de ganancia de todos los monopolios.

Queda cada vez más claro que el problema salarial no es un problema de gremios, es en realidad, un problema de clases, de burguesía (es decir de todos las empresas monopolistas y el Estado a su servicio) contra el proletariado en su conjunto. La profundización de las contradicciones de este sistema capitalista moribundo ha llegado hasta este punto en donde no hay retroceso, en donde lo que pasa en un sector influye en forma directa e intensa en otro sector, generando un encadenamiento de todos estos fenómenos que terminan expresándose en las dos clases sociales antagónicas: burguesía y proletariado que, como dos grandes locomotoras que transitan por la misma vía con sentidos opuestos entre sí, tienden a chocar violentamente.

La misma base de esta confrontación, le da a este fenómeno de la lucha por el salario, un sentido político incuestionable, que sólo encontrará una resolución definitiva por el camino de la profundización de esta lucha, la unidad de los trabajadores y el pueblo, y el tránsito hacia la conquista del poder revolucionario.

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