Ayer a la tarde noche, tal como se dice habitualmente, la multitudinaria asamblea de los trabajadores aceiteros y demostadores, realizada en la ciudad de Rosario, decidió continuar con el paro por tiempo indeterminado y realizar piquetes en las puertas de las plantas de los grandes monopolios ubicados en la ciudad de San Lorenzo.
La Federación que nuclea a los sindicatos de todo el país, ha decidido esa acción, debido a que el sindicato de San Lorenzo, desde un comienzo, no se ha plegado a la medida debido a que los trabajadores nucleados en el mismo tienen otras condiciones salariales. Con esa medida, los aceiteros y demostadores, paralizan la totalidad de los puertos de la zona por donde sale el 80 % de la producción granelera y aceitera del país hacia los mercados internacionales.
Este conflicto ha puesto al descubierto que no existen paritarias libres y que los problemas salariales no se resuelven en la mesa de negociación entre sindicatos y gremios. Pues se ha conocido ampliamente que la Cámara empresarial CIARA, ha «acordado» un aumento del 36% con el sindicato, lo cual no ha sido homologado por el gobierno nacional. De tal forma queda claro que el problema salarial que están discutiendo no es un problema económico que las empresas presuntamente estarían dispuestas a pagar ya que el salario de los trabajadores aceiteros representa para ellas menos de $ 8 cada $ 1.000 de ganancias.
Las empresas transnacionales que manejan el negocio del aceite y los granos, han jugado una carta brava, obligadas por la consecuente lucha de los trabajadores movilizados, y le han tirado al gobierno la papa caliente, derribando todos los adornos y el circo montado sobre las negociaciones paritarias. Es que dadas la circunstancias del alto grado de monopolización del capital y el espíritu de lucha de la clase obrera y los trabajadores argentinos ya no quedan márgenes para payasos, saltimbanquis, prestidigitadores y lucecitas de colores… Los dueños del circo (las empresas transnacionales) y el maestro de ceremonia (el Estado) salen al ruedo y tienen que reconocer que todo es una ilusión, que nada de lo que se presenta en cada número es real, que todo es nada más que un espectáculo, y que una vez terminada la función, la magia del circo termina y cada familia vuelve a la realidad al regresar a la calle luego de transponer la puerta de la gran carpa.
La lucha salarial es una lucha de toda la burguesía monopolista y su Estado contra los trabajadores. Es una lucha de clases política contra el aumento del salario global y los derechos de todos los trabajadores que tiende a disminuir la tasa de ganancia de toda la burguesía.
A este punto álgido al que ha llevado la lucha de los aceiteros y demostadores, se suma hoy el paro de los trabajadores bancarios que mantendrá cerrado los bancos de todo el país durante esta jornada y el día de mañana, con lo cual, dos de los sectores más emblemáticos e importantes del capital financiero actuante en nuestro país están en la primera línea de combate, en plena trinchera, junto al aparato del Estado y al deshilachado y tragicómico gobierno «nacional y popular» armador de circos y espectáculos de baja calidad. No hay intermediarios que les sirvan de escudo. Allí los ha puesto la lucha de los trabajadores que son la punta de lanza de los 17 millones que forman el total de nuestro país.
Por todo lo anterior, salta a las claras que hay que dar una paso más en el enfrentamiento contra la burguesía. Además de hacerlo por fábricas y por ramas, hay que enfrentar a la burguesía en su conjunto con la unidad de todos los trabajadores y el pueblo.
La lucha, la asamblea como órgano de decisión que vienen poniendo en funcionamiento los aceiteros y demostadores, así como ocurre con muchos ejemplos llevados adelante por obreros y sectores barriales puestos a defender sus intereses y hacer realidad la solución de sus problemas, y la extensión de las organizaciones de bases que hagan posible la unidad obrera y popular, son los caminos que tenemos que profundizar para los próximos combates que se avecinan en donde los contendientes reales han quedado totalmente expuestos y cruzarán espadas, cuerpo a cuerpo, pues los señores del capital ya no cuentan con la protección de sus habituales escuderos.
En todas la fábricas y empresas debemos multiplicar nuestras demandas por aumentos salariales, contra el impuesto al salario y la conquista de los derechos laborales a fin de empujar juntos contra todo el arco burgués y su gobierno. En ese andar, el paro nacional anunciado para el nueve de junio será otra batalla más para la que hay que desplegar fuerzas importantes con el fin de ganar espacios y unidad para debilitar aún más a la burguesía y su gobierno en el camino de la declarada y ya indisimulada guerra abierta entre las clases en nuestro país.