La necesidad de descomprimir el conflicto por parte de los monopolios del sector, se ha convertido para el gobierno a su servicio, en una situación de vida o muerte.
La identificación de la clase obrera con el 40% de aumentos salariares y con la lucha de los aceiteros por conquistarlo, se ha generalizado, creando un frente de tormenta que pese a los anuncios de cierre de estas paritarias, no hace más que agudizar la confrontación de clase.
Ya de por sí, un aumento del 36% entre acuerdos paritarios y adicionales arrancados a los empresarios acordado ayer, implica el rompimiento con las políticas de los monopolios. Es una derrota de sus pretensiones de chatura salarial.
Que dicho sea de paso no es únicamente en este gremio. Esta realidad no tiene marcha atrás y se instala por la lucha de clases que se impone y que no implica únicamente las demandas de aumentos, sino el desarrollo de las iniciativas asamblearias y la democracia directa, que expresan el rompimiento con las viejas trabas sindicales corporativas, al desenvolvimiento dinámico del movimiento de lucha de la clase obrera, a la conquista de sus derechos políticos. Es decir, contra la extorsión implementada desde el Estado.
En la formalidad del anuncio se busca dar a entender el cumplimiento de los techos salariales fijados por el gobierno, que pretende mostrar al 27% como una meta alcanzada. Es decir, queriendo abrirse de la situación política generada por sus propias políticas extorsivos, buscando aparecer como un árbitro por encima de las clases, que sólo interviene para amortiguar el choque entre ellas.
Pero frente a la prolongada huelga organizada y sostenida por los obreros aceiteros, el Estado queriendo mantener la confrontación en los márgenes políticos de la institucionalidad burguesa, muestra a las claras cuán defensor de los trabajadores es este gobierno y cómo escapa como el agua entre los dedos a la confrontación venidera por paritarias no cerradas
Si esta situación quedaba expuesta por el repudio a las políticas abiertamente a favor de los monopolios, desde la movilización de la clase obrera con sus luchas, ahora es más que evidente. El marco de acuerdos institucionales en un marco de lucha de clases cada día mas generalizada, es quebradizo como el hielo que se derrite por el calor. Salvar las papas de un negocio que factura cientos de millones y a la vez acotar los aumentos de los trabajadores explotados que hacen posible con su labor ese negocio, habla claramente de una doble jugada que mas que dejar las cosas en calma las recalienta.
Justamente por la organización y la política sostenida desde las asambleas y obreras frente a este conflicto que se transforman en expresión de cómo avanzar en la conquista de los propios intereses.
No es que los anuncios con pompas, del cierre paritario han descomprimido la situación, sino que la situación obliga a los trabajadores, dado este retroceso de la superestructura, a doblegar el enfrentamiento por sus conquistas.
De allí que en la grandiosa huelga de los aceiteros se vean reflejados la amplia lucha desde sus propia demandas, que implica en los hechos avanzar a una unidad de acción de la clase en su conjunto frente, a toda esta inmundicia que es el capitalismo. Pues como los mismos aceiteros han dicho “esta es una lucha de clase de los trabajadores”.