Desde noviembre 2014 a la fecha comienzo de la rueda paritaria 2015, ya han pasado más de 7 meses y si bien no ha concluido, es necesario ver la resultante política proveniente de la confrontación clasista en el terreno de la lucha salarial más allá de los porcentajes logrados sectorialmente.
Los objetivos políticos de la burguesía y su gobierno de doblegar a la clase obrera e imponer la pauta del 24% en las paritarias 2015 y así garantizar una reducción en el salario, una de las piedras angulares del capitalismo, fueron demolidos por el rechazo del conjunto de los trabajadores. Con las decididas huelgas y movilizaciones los aceiteros y bancarios a la cabeza impusieron subas del 36 % y 33% respectivamente y un salario mínimo cercano a los $ 15.000 para cada rama.
Las conquistas alcanzadas luego de prolongadas medidas de fuerza han generado un nuevo escenario político no calculado por la burguesía. Por un lado se ha impuesto un nuevo piso a las paritarias en curso de 10 % por encima del “techo” oficial. En consecuencia, el Estado solo se conforma con dibujar en los papeles para hacer público el cierre por un formal 27%. Y por otro condiciona la conducta de las gerencias sindicales de grandes gremios que aún no han cerrado paritarias -camioneros, gastronómicos, tranviarios, ferroviarios, sanidad, telefónicos, papeleros, cuero y azucareros- cuyas bases reclaman números cercanos al 40 ó 50%.
La onda expansiva también llegó a los gremios “oficialistas” que cerraron en mayo por 27% y en dos tramos, -metalúrgicos, empleados de comercio, encargados de edificios, estatales y trabajadores de la construcción-, que se han visto obligados a pedir la reapertura de las paritarias frente a la creciente rebeldía de sus bases. El caso más relevantes es la UOM en que la seccional de Tierra del Fuego exige un aumento salarial del 32% y la efectivización de los trabajadores contratados que son más de 3.000 y la cordobesa que reclama la reapertura y un 5% más de aumento.
El revés político del gobierno no solo se expresa en que no han podido imponer el “techo” a la negociación sino que el empuje de los trabajadores ha puesto en cuestionamiento la misma institución paritaria. Institución pensada desde la burguesía con el propósito de romper con el permanente conflicto por el salario, jerarquizar e institucionalizar a las superestructuras gremiales dentro del aparato de dominación otorgándole el monopolio de la lapicera que firma en nombre de millones de trabajadores.
El panorama, en este terreno, no puede ser más negro para la burguesía. Los nuevos salarios reavivarán, en lo inmediato, la ya larga lucha por la derogación del impuesto al trabajo y fortalecerá la tendencia a la constitución de organizaciones independientes de los trabajadores que han demostrado su efectividad en la disputa en los últimos meses.
Con la sostenida decisión y lucha de los trabajadores la burguesía ha recibido un contundente mazazo en la disputa salarial. Hoy por hoy, no hay nada cerrado, por el contrario, está todo abierto. Pero no debemos dormir en los laureles. El poder no duerme y vendrá por lo que considera suyo.
Continuar con la lucha, movilización y organización permitirá afianzar las conquistas logradas y afrontar en profundidad la disputa por nuestros derechos económicos y políticos de organización lo que aportará al bien común de todo el pueblo.