«Si de un conjunto de tres bebés afectados con neumonía solo se cuenta con un aparto respirador, escaso personal y falta de insumos es triste tener que elegir entre ellos cual será el beneficiado con la posibilidad de vivir». Comentario de un trabajador de la salud frente a la situación actual.
Así debió suceder en el hospital Pediátrico Malvinas Argentinas en la Provincia de Buenos Aires en junio del año pasado con la muerte de cinco bebés de menos de 2 años y así ocurrió con seguridad en la localidad de Pontevedra en el hospital Materno Infantil también en el conurbano, hace escasos 15 días con la muerte de 2 bebés que presentaban el mismo cuadro de neumonía y enfermedades gastrointestinales. Es decir enfermedades generadas por condiciones de vida insanas, por desnutrición e insalubridad, o sea un cuadro de condiciones sociales que coexisten con un precario sistema de salud pública, que ahora en manos de los municipios muestran con su colapso, el conjunto de todas las deficiencias y anacronismos capaces de expresarse en el capitalismo.
“Una nada de nada, es una nada determinada” decía Hegel. La realidad hospitalaria en el conurbano es lamentable y refleja no solo sus inhumanas condiciones sino las inexistentes para la atención de urgencias médicas. En el triste episodio ocurrido en un colectivo en Pontevedra de la línea 96 donde una joven de 17 años herida por los disparos entre los ladrones y un pasajero, que requería una atención urgente, fue llevada por un vecino solidario en su vehículo al Hospital Equiza de González Catán, ubicado a escasas 15 cuadras del lugar donde ocurrió este episodio, allí no pudieron atenderla por no contar con los mínimos e indispensables requerimientos para estos casos. La joven fue llevada después al tres veces inaugurado por el gobierno K hospital del KM 32 y falleció. En el asalto al colectivo la bala la sentenció, pero ¿quién la mató?
Estos casos que pueden parecer episodios extremos, es decir situaciones que se salen de “lo normal”, son sin embargo para la población del conurbano, un escenario cotidiano respecto de la salud pública en hospitales, sanatorios y clínicas. La carencia de tomógrafos, de equipos de rayos, de radiólogos, de laboratorios, de insumos, de personal especializado en las más diversas áreas médicas, más la carencia de infraestructura edilicia y ambulatoria, sumándole los retrasos salariales a los médicos y enfermeros y demás personal, más la burocracia que redunda en todo este escenario, se paga con las muertes de niños, de jóvenes, de adultos.
Es un cuadro que muestra la Argentina que Cristina y su gobierno no muestran. Que tras la mentiras del modelo nac&pop y las electorales de todo el séquito de sinvergüenzas al servicio del capital monopolista de los negocios, de los laboratorios y medicinas prepagas se esconden bajo la alfombra pero, que padecen millones de personas en nuestro país. Es una Argentina tan real como las personas mayores que hacen colas de hasta dos días para sacar un turno y que con suerte pueden ser atendidas sin ser vilipendiadas por el desinterés de una fría receta de pastillas. O las madres que hacen filas de hasta de 70 u 80 personas delante suyo con sus bebés infectados, esperando horas y horas para ser atendidos. O frente a casos urgentes, que sean los mismos médicos que atienden a estos niños los que tengan que obligatoriamente atender a los urgentes dejando que la fila se prolongue infinitamente y obligando en muchos casos a las mismas madres a desistir de la atención y por consecuencia agravándose la situación de la salud de su propio hijo, con el riesgo de transformarse en urgente de un momento a otro. Que también se da en una situación de urgencia y traslado y las ambulancias no están o no quieren salir al traslado del paciente porque no hay camas, ni médicos, ni especialistas, ni en hospital que tiene que ser derivado, ni en los escasos hospitales a la redonda, haciendo del traslado una lotería que corre por cuenta y riesgo del paciente o de los padres. Los bebés de Pontevedra del Materno Infantil al que nos referimos al principio son consecuencia de ello. En todos los casos la orden es de arriba, si debe morir que muera donde está, el abandono de persona es prácticamente un lugar común en los hospitales del conurbano.
Es un cuadro de la hipocresía más brutal que despliega el capitalismo mostrando la calamitosa ruindad de este sistema social. Pues el colapso de la salud pública es una resultante del constante deterioro de las condiciones materiales de vida. De los martirizantes cortes de luz, de la escasez de calefacción, la carencia de agua en importantes zonas que dependen del bombeo, la insalubridad de la misma por la contaminación, de las condiciones de alimentación, de los magros ingresos salariales, de los ajustes, de la priorización de los negocios de la clase explotadora por sobre las necesidades sociales.
Si bien la vacunación impulsada por la ONU en el llamado objetivos del milenio redujo de 19,3 por mil la mortandad desde el 2002 a los 13.3 la tasa de mortandad infantil actual, mueren casi 10.000 niños menores de cinco por año en nuestro país a un ritmo de 27 niños por día. Cuando el objetivo que suscribió el gobierno K era que en 2015 se redujera a menos de 7 por mil la tasa de mortandad.
Dos son las causas de ello, la desnutrición y las enfermedades respiratorias y otras derivadas de sus condiciones de vida. Pero estas cifras que son oficiales desde organizaciones internacionales y que el gobierno K adopta como válidas solo tienen un carácter transitorio pues mientras siga existiendo el régimen capitalista con sus condiciones materiales de freno del desarrollo digno del ser humano, el crecimiento de las tasas de mortandad o su retraso serán una variante más para disimular la penurias reales de la clase obrera y el pueblo.
La vacunación por sí sola no garantiza la prolongación de la vida en las condiciones del régimen capitalista. Pues la condición esencial para la existencia del capital es la reproducción de las condiciones de explotación, con sus secuelas de miseria y de empobrecimiento. Lo que queda expuesto en las condiciones de la salud pública son un botón de muestra. La necesidad de enfrentar y cambiar revolucionariamente este flagelo que es el capitalismo, que representa un freno al desarrollo de las fuerzas productivas para avanzar a un régimen social de vida superior está siendo adoptada desde la organización y la democracia directa, que experimenta con su práctica de cambio la clase obrera y el pueblo. Esta obra que se desarrolla al calor de las necesidades más apremiantes representara un salto histórico que integrara el trabajo y la salud con las condiciones de vida digna sin hacer de ellas ningún medio de sumisión ningún medio de sometimiento.